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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

martes, 27 de julio de 2010

En vacaciones, déjate sorprender


Cuando echo la vista atrás me doy cuenta de que los mejores momentos de mi vida se han dado de manera imprevista, no programada. Por ejemplo las vacaciones de mi infancia, en el pueblo de la familia de mi padre. Apenas llegábamos, desaparecía para no dar señales de vida hasta las horas de las comidas, ¡y eso a lo largo de todo el mes de agosto! Llevaba una vida asilvestrada, sin horarios ni planes. Siempre con los amigos, íbamos a las eras, al río (normalmente seco), a la Virgen de la Sierra, al castillo, o a casa de alguno de la cuadrilla. Por cierto, en aquel entonces las casas estaban siempre abiertas. Uno asomaba la cabeza por la puerta y gritaba: "¿está Fulano?" Y la voz de la madre respondía lejana: "Se está echando la siesta". "¡Vale! Volvemos luego".

Entre los veranos que recuerdo con mayor nostalgia está el que siguió al primer curso de carrera. Por "circunstancias académicas" (qué bien vienen los eufemismos) tuve que quedarme en Zaragoza mientras mis padres marchaban al pueblo. La perspectiva no podía ser más aciaga: libros, soledad, calor... Pero, ¡cha chan! Hete aquí que un amigo se hizo socorrista y lo contrataron en la piscina de un pueblo cercano. Para compartir su buena fortuna me invitó a las fiestas del lugar, y ya no salí de allí en todo el verano. No vi los rascacielos de Nueva York, ni me haciné entre sombrillas en la playa, ni trepé como las cabras por los montes... ¡pero me lo pase! Y, sobre todo, hice unos amigos formidables.
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Quiero compartir contigo esta recomendación para las próximas vacaciones (o las que tal vez ya estás disfrutando, o las que llegarán al año que viene): déjate sorprender. Olvídate de planes detallados y saborea cada momento, cada amistad, cada paisaje, cada suceso imprevisto. Yo, por mi parte, me despido durante unos cuantos días y dejo descansar el teclado para sumergirme en nuevas experiencias y compartir el tiempo y la presencia con la familia y los amigos.
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¡Hasta la vuelta!

lunes, 26 de julio de 2010

Coherencia o la difícil armonía entre decir y hacer


Una de las cosas más difíciles de esta vida es ser coherente, o al menos a mí me lo parece. Cuando el toro está lejos, tenemos muy claro cómo hay que lidiarlo. Pero ¡ay amigo!, en cuanto se acerca, nuestros esquemas se tambalean.

Por eso nuestras convicciones tienen que pasar el duro test de la realidad. Las máximas hiperbólicas de nada sirven si luego son inaplicables.

Hay un viejo chiste que cuenta cómo un hombre se fue a afiliar al Partido Comunista. El encargado de rellenar las solicitudes comenzó a formularle una serie de preguntas:
- Camarada, si te tocara la lotería, ¿qué harías?
- Le daría el dinero al Partido.
- Muy bien. Y si tuvieras un barco.
- Se lo daría al Partido.
- Estupendamente. ¿Y si tuvieras un tractor?
- ¡Para ahí!, que el tractor ya lo tengo.

Ciertamente, tendemos a exigir a los demás que se comporten según ciertos principios que nos parecen válidos. Pero cuando los mismos se convierten en una exigencia para nosotros, la cantidad de justificaciones para incumplirlos se multiplica hasta el infinito.

Un monje se pasaba la vida insistiendo en que la fe lo era todo. En cierta ocasión fue a coger agua al pozo del monasterio. Tanto se inclinó para agarrar el cubo, que perdió el equilibrio y se precipitó para adentro. Por fortuna, durante la caída consiguió agarrarse a un manojo de hierbas que asomaba en la pared del pozo. El religioso, mirando aterrorizado para la boca del pozo, gritó:
- ¡Auxilio! ¿Hay alguien ahí arriba?
En ese instante las nubes del cielo se abrieron y una potente voz se dejó escuchar.
- No temas. Suéltate y déjate caer, que yo te cogeré.
El fraile tras un segundo de cabilación, gritó:
- ¿Y hay alguien más?

domingo, 25 de julio de 2010

Importante aviso de peligro



Una amenaza nos acecha. El mero contacto con el emisor de las frases que se recogen más adelante puede desencadenar grave peligro para la salud psíquica de las mujeres implicadas. Hasta tal punto es así, que las leyes españolas permiten acabar con la vida de su generador para evitar este escalofriante riesgo.

El redactor de este blog no se responsabiliza de los daños que pueda ocasionar la lectura de las expresiones que se transcriben seguidamente:

- Un besito, mamá.
- Agua.
- Tengo mocos.
- Es que no me puedo dormir porque he oído un ruido.
- Me duele la tripa.
- Tengo frio. ¿Me tapas?
- Se me ha caído el osito.
- Me he hecho pipí.
- ¡Qué guapa eres, mamá!
- ¿Cuándo iremos al parque?
- Quiero pintar.
- De mayor seré bailarina.
- El osito tiene sed.
- ¿Me cuentas el cuento de los tres cerditos?
- Lucía no me deja jugar con ella.
- Para mi cumple quiero una muñeca y una caja de lapiceros.
- Te quiero mucho, mamá.
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El pasado año más de 100.000 mujeres abortaron al amparo de una ley que permite extinguir la vida de los potenciales enunciadores de estas frases. Todos los partidos políticos con representación parlamentaria, sin excepción, respaldan estas medidas. Algunos de ellos han aprobado recientemente una nueva ley que define como "derecho" la matanza de los elementos amenazantes mencionados.
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Somos una sociedad solidaria.
Somos los jueces de la historia.
Somos la gloria de la civilización.

jueves, 22 de julio de 2010

Para ser conductor de primera, de primera, de primera...


Ayer, a la salida del trabajo, fui a coger el autobús urbano. La parada está junto a un semáforo que, para mi fortuna, estaba en rojo cuando llegué, reteniendo allí al vehículo.

El conductor ya había cerrado las puertas, de modo que poniendo mi mejor sonrisa golpeé suavemente el cristal. Me miró con cara de pocos amigos y comenzó a mover la cabeza de un lado a otro, mientras murmuraba con visible irritación palabras que no llegaban a mis oídos. Finalmente hizo el esfuerzo supremo de apretar un botón rojo y la puerta se abrió. Saludé, le di las gracias y fiché con la tarjeta.

En la siguiente parada subió una chicha a la par que un señor mayor que venía de frente cojeando hacía señales para que lo esperaran. No estaba a más de tres metros del vehículo, cuando el conductor cerró la puerta y arrancó. Está vez fue el anciano abandonado quien profirió improperios entre dientes que tampoco alcancé a escuchar.

Entonces me puse a pensar en la razón de la actitud del conductor. Con relativa frecuencia he observado comportamientos similares. Personas corriendo o que junto a una parada solicitan subir al transporte y son ignorados con manifiesto desprecio. Por supuesto también los hay atentos, que de todo hay en la viña del Señor. Pero, ¿por qué cunden tanto los desabridos?
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Sin ir más lejos, los taxistas tienen el mismo cometido: llevar personas de un sitio a otro, pero en este caso andan a la caza del cliente, procurando que no se les escape ninguno. ¿Cuál es la diferencia?
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Parece que la respuesta es bastante obvia. El chófer del autobús cobra lo mismo suba uno o suban cien, mientras que el taxista obtiene sus ingresos en función del número de pasajeros que coja a lo largo del día.
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El dinero, el vil dinero es el que marca la diferencia. En esto como en tantas cosas, no nos engañemos.
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Y me lleva a la conclusión de que trabajar exclusivamente por dinero es frustante. Uno acaba por perder el sentido de lo que hace, y si algo nos caracteriza a los hombres es que nos movemos en el elemento del sentido. ¿Qué sucedería si un conductor reparara en lo benéfico de su profesión? Cada persona que sube al autobús dilata sus posibilidades, de modo que facilita que el mundo sea mejor. ¿No es eso un gran bien?
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De vez en cuando deberíamos pararnos a reflexionar sobre nuestro trabajo, sobre su sentido. ¿Dejaremos agravios y rencor, o alumbraremos sonrisas y esperanzas? Como decía Hamlet, that is the question.

miércoles, 21 de julio de 2010

Carta a Friedrich


Querido Friedrich:

Las cosas no han resultado como nos anunciaste. Algo ha salido mal. Tras los leones no vinieron los niños, sino las hienas y los chacales, siguiendo el hedor de la sangre. No hay inocencia, sólo indiferencia y muerte.

Los dioses fueron barridos de los cielos; pero los buitres han ocupado su lugar. Ahora describen círculos escrutando cada rincón en busca del menor atisbo de vida.

Cumplimos fielmente tus normas: “los débiles y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro amor a los hombres. Y además se los debe ayudar a perecer”. Mas en vez de erradicar la debilidad, esta se ha expandido como una plaga sobre un mar de cadáveres. El más pequeño soplo resquebraja a los hombres, que temblorosos y confusos, huyen en desbandada, como un rebaño de ovejas asustadas.

¿No deberían reinar los señores, los amos de la vida? ¿Por qué entonces se proscribe a los arrojados y se ensalza la locura y el suicidio?

Friedrich, ¿qué ha fallado? Cumplimos tus mandatos y en lugar de alcanzar cumbres nos hallados sumidos en abismos.

¿Acaso no enterramos a Dios bajo enormes losas de desprecio y soberbia? ¿Es que no nos entregamos a nuestros instintos y desterramos cualquier referencia moral? ¿No sostuvimos que la voluntad había devorado a la verdad? ¿Por qué proclamamos la vida y sólo alumbramos muerte?

Friedrich, las cosas no han resultado como nos anunciaste.

martes, 20 de julio de 2010

Cargado de pinceles "por montes y riberas"



En ocasiones uno puede encontrarse con pequeñas joyas que yacen en la estantería de una librería. No gozan de los alardes publicitarios de las grandes editoriales, pero ofrecen sus tesoros para que el lector afortunado se deleite con ellos.

Por una relación de amistad, he tenido acceso a una de esas perlas. Se titula Por montes y riberas, y está firmada por mi amigo Santiago Osácar.

Santiago es un enamorado de la naturaleza, y ha puesto la vida al servicio de su amada en la forma en que mejor sabe hacerlo, con los pinceles. A través de acuarelas, carboncillos, bocetos... nos muestra el acontecer vital de los martinetes, las águilas reales o los corzos. Es una auténtica delicia detenerse a contemplar sus dibujos tomados al natural con paciencia y mimo.
En sus páginas no prima la retórica científica, aunque tampoco se renuncie a ella cuando es necesario, sino que emerge el alma embelesada que ve que el mundo es muy bueno. Por eso están salpicadas de versos de Antonio Machado, San Juan de la Cruz o Garcilaso de la Vega.

El autor, como hombre enamorado, a veces deja asomar la punzada dolorida por el sufrimiento de su amada:

Una tierra ignorada de horizontes abiertos, de luz y de silencio está siendo exterminada sin que nadie haya cantado su belleza ni vaya a llorar su pérdida...
Pero Santiago sí la llora y, a diferencia de otros estudiosos, no disecciona la naturaleza, sino que la celebra. La creación no es meramente un bien útil, sino una maravilla en sí misma. Por eso despide su obra con esta hermosa cita de Benedicto XVI:

Debemos defender la creación no sólo con vistas a nuestras necesidades sino por ella misma, como un mensaje del Creador, como un don de belleza que es promesa y esperanza.



Para quien quiera conocer más de la obra de este artista, aquí facilito un enlace de su página web: Santiago Osácar

lunes, 19 de julio de 2010

Amigo caracol


Carmelo el caracol decidió que ya era hora de conocer mundo; así que con su casa a cuestas, abandonó la hoja de lechuga en la que había pasado los últimos días y se dirigió campo a través a la aventura.

Cruzó huertos, recorrió riberas, anduvo por viñedos, se adentró en bosques y subió colinas.

En su periplo hizo muchos amigos, pero el mayor de todos fue Gustavo el gusano. Tan buenas migas hicieron, que Gustavo decidió acompañarlo.

Un día se vieron en la necesidad de atravesar una enorme planicie cubierta únicamente de fina arena. Los dos amigos, entusiasmados con su travesía, avanzaron sin temor, confiando en que en un par de días alcanzarían la arboleda que se divisaba al otro lado.

Pero quiso la fatalidad que una descomunal tormenta se desatara por la noche. Las gotas golpeaban con fuerza y en aquel terreno no había lugar alguno donde guarecerse.

- ¡Métete en tu casa! -clamó Gustavo a su compañero-. Tú la llevas a cuestas y puedes protegerte.

- Así es. Y ojalá pudiera entrarte a ti también. Pero como eso me es imposible, me quedaré fuera contigo.

El gusano insistió una y otra vez a Carmelo, pero el caracol no atendió a sus demandas y permaneció a su lado todo el tiempo.

La tormenta alcanzó tal magnitud que aquellas tierras se inundaron y los cuerpecillos de los dos animalitos llegaron a anegarse en las aguas.

Por la mañana cesó la lluvia y asomó el sol. Los dos compañeros estaban casi muertos, y apenas podía moverse.

- ¿Por qué lo has hecho? -preguntó Gustavo-. Te podías haber salvado sin ningún problema. En cambio te has quedado toda la noche fuera sufriendo las inclemencias del tiempo.

La respuesta de Carmelo no pudo ser más concisa.

- Eres mi amigo. Si no te puedo ayudar, por lo menos correré tu misma suerte.
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Por fortuna al mediodía alcanzaron la arboleda y repusieron fuerzas. Pocas semanas después se pudo ver a un caracol feliz acompañado de una hermosa mariposa que revoloteaba a su lado y le proporcionaba sombra cuando los rayos del sol eran demasiado intensos. Se trataba de Gustavo, que tras hacerse una crisálida había resurgido convertido en una mariposa multicolor.
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Los demás animalitos envidiaban la suerte de Carmelo, por disponer de tan linda compañía, pero Gustavo siempre tuvo claro que el verdadero afortunado era él, y nunca jamás se separó de su compañero porque bien sabía que el que tiene un amigo, tiene un tesoro.

domingo, 18 de julio de 2010

¿Un presidente gótico?


En el siglo XIII, cuando el gótico se erigía en las plazas mayores de toda Europa, se desató una gran controversia en la universidad de París; en aquel entonces la más importante del mundo. La Facultad de Artes disputaba con la de Teología a cuenta de la Teoría de la Doble Verdad. Liderados por Sigerio de Bravante, el claustro de la Facultad de Artes afirmaba que una cosa podía ser verdadera en Teología y falsa en Filosofía, y viceversa. Así, por ejemplo, para la Teología sería verdad que el mundo ha sido creado, mientras que la Filosofía llegaría a la conclusión de que es eterno. Ambas afirmaciones serían igualmente legítimas.

A través de esta treta intelectual, pues eso es lo que era, se pretendía darle la vuelta a las verdades reveladas, cuestionándolas en el fondo, pero sin enfrentarse a ellas abiertamente. A fin de cuentas las universidades eran una creación de la Iglesia; cómo llamar "mentirosa" a la Señora en su propia casa.

Que la Teología afirma que el hombre es libre e inmortal; no diremos que no, así nadie nos podrá tachar de herejes. Lo que sí defenderemos es que filosóficamente los hombres no son ni libres ni perdurables.

En el Debate sobre el Estado de la Nación (!?) el presidente del Gobierno, Sr. Rodríguez Zapatero, ha sostenido que pese a que el Tribunal Constitucional establece que la única nación a efectos jurídicos es España, sin embargo en "términos políticos, sociológicos o históricos" Cataluña sí sería una nación. Es decir, que habría una nación que impone la ley (o la "ciencia jurídica"), y otra distinta que rige a todos los demás efectos.

Este argumento es tramposo, tanto como el empleado por los averroistas latinos, precursores de la Teoría de la Doble Verdad. Y como quien lo emplea, bien lo sabe, se pone manos a la obra para otorgar a esa nación política, sociológica e histórica lo que en puridad corresponde a toda nación política, sociológica e histórica, a saber, un marco legal en consonancia con su realidad. Por eso advierte que va a otorgar a la Generalidad vía decreto ley todas aquellas competencias que el TC ha dicho que no le corresponden.
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España es una construcción política que ha tardado siglos en fraguarse. Pertenece a la primera generación de naciones que surgieron en Europa a finales del siglo XIV. Su futuro parece estar en la mesa de juego expuesta a las apuestas de unos políticos que carecen de la necesaria amplitud de miras. Confiemos en que el buen sentido y el afán de verdad acaben por prevalecer.

jueves, 15 de julio de 2010

¿Quién pilota la nave?

Polonia se vio conmocionada ayer por su mayor tragedia desde la II Guerra Mundial. El avión Tupolev 154 en el que viajaba el presidente de Polonia, Lech Kaczynski, se estrelló en la ciudad rusa de Smolensk después de haber intentado aterrizar tres veces en medio de una intensa niebla. Desde la torre de control se le advirtió que debía desistir y tomar tierra en el aeropuerto bielorruso de Minsk. Pero el piloto decidió probar suerte por cuarta vez a las 10.58, dos horas menos en la España peninsular. Fallecieron los 97 ocupantes del aparato.
Así rezaba el comienzo del artículo en el que el diario El País informaba del trágico accidente acaecido el 10 de abril de este año. En el mismo murieron varias de las principales autoridades polacas que acudían a participar en un acto de recuerdo a las víctimas de la matanza de Katyn en la II Guerra Mundial.

Ahora se ha sabido gracias a la caja negra del avión, que el piloto, antes de tomar tierra, afirmó: “Si no aterrizo, me mata”. Según algunos rumores de los que la prensa se ha hecho eco, ya en otro viaje el presidente polaco habría obligado al piloto a aterrizar en condiciones metereológicas adversas.

Hablando de otra cuestión, Julián Marías escribía:

El servicio que el piloto tiene que presentar a sus pasajeros no es ciertamente llevar el avión por la ruta y a la altura que ellos propongan.

El papel del piloto es pilotar bien la nave y llevarla a buen puerto, no convocar consultas para que los viajeros tomen las decisiones. De hecho, si se mete en ese fregado, pone en riesgo lo más importante que está en sus manos: la seguridad del pasaje.

El caso del avión polaco resulta casi arquetípico. "El político" da por hecho que sus intereses son prioritarios, e indica al piloto qué debe hacer; el final no puede ser más calamitoso.

Lo triste es que eso sucede en todos los órdenes de la vida. Gran parte de nuestros políticos se empeñan en regular cómo se deben pilotar todas las naves. No se contentan con gobernar bien o mal la propia, sino que desean mandar sobre las demás. Y así consiguen poner en peligro a las personas implicadas en esos “vuelos”. Querrán decir a los médicos cómo hacer su trabajo; o a los farmacéuticos; o a los maestros; o a los jueces; o a los historiadores; o a los esposos de qué modo deben llevar su matrimonio o educar a sus hijos ...

Para muestra, un botón: Estamos asistiendo a un proceso de fusiones de cajas de ahorros sin precedentes en nuestra historia. Hay fusiones a dos, a tres, a cuatro, a siete bandas. Casi todas con financiación del FROP, aunque se sospeche que habrá quien no podrá devolver dichas ayudas. Todos los economistas saben que, en el fondo, son quiebras encubiertas; un modo de evitar el pánico de los ahorradores que conduciría a la quiebra general del sistema.

Pues bien, resulta que en gran medida el origen de este desastre está la injerencia permanente del poder político en las cajas de ahorro, hasta el punto de que los propios partidos políticos causantes del desaguisado han tenido que acordar una reforma de la ley de cajas que restrinja su presencia e influencia. Aunque no la hacen desaparecer, ¡buenos son ellos!

Hay cajas que se han metido en inversiones faraónicas y disparatadas para contentar al partido en el poder y favorecer a sus amigos políticos, ignorando los intereses de los pequeños ahorradores que habían depositado en ellos su confianza. Entidades que han respaldado a promotores de vivienda sospechosos de corrupción. Cajas que han dado préstamos multimillonarios a partidos políticos, para luego condonar dicha deuda, mientras miraban con lupa las operaciones de financiación a trabajadores o pequeñas empresas. Los casos se multiplican por doquier, y algunos alcanzan cifras escandalosas.

Pero los políticos (alguna "honrosa excepción" habrá) no escarmientan, y siguen dando instrucciones a los pilotos de la sanidad, de la justicia, de la educación. Ignoran cualquier recomendación sensata, y se limitan a buscar el refrendo de sus incondicionales. Al final el precio a pagar siempre es el mismo: la colisión.

miércoles, 14 de julio de 2010

Los "mantras" del amor


Siéntate bien. Come despacio. Deja pasar. No hables con la boca llena. Haz los deberes. Ordena tu habitación. Quita los codos. Lávate manos y cara. Vístete. No comas chicle que se te van a caer los dientes. Espera a tu padre. No vengas tarde. Llama en cuanto llegues. Peinate esos pelos. Déjate quieta la nariz. Limpia la encimera. Ponte recto. Abrígate que te vas a enfriar. Dale un beso a tu tía. Conduce despacio. Cuelga la ropa. Come fruta. Baja la radio que te vas a quedar sordo. Acuéstate pronto. Apaga la tele. No te tires a la piscina que te va a dar un corte de digestión. No comas marranadas. No hagas rabiar a tu hermana. Lávate los dientes que te van a salir caries. No comas con las manos. Córtate el pelo que pareces un mono. No te muerdas las uñas. Despacio y sin correr. Mira antes de cruzar. Si te pega, tú no te dejes...

A veces el amor se expresa de modos extraños. Mas dichoso aquel que ha podido escuchar estas benditas palabras, porque habrá sido objeto de la entrega más incondicional y desinteresada.

¡Gracias mamás! ¡Gracias mamá!

martes, 13 de julio de 2010

Un oráculo con tentáculo


Durante los días del mundial uno de los protagonistas involuntarios del evento ha sido el pulpo Paul. Según parece, las dotes predictivas del animalito se han mostrado infalibles en el terreno futbolístico, lo cual ha servido para que a cuenta de la publicidad sus compañeros de especie sean degustados en mayor abundancia en bares y restaurantes.

A lo que iba, el caso es que los oráculos no son algo nuevo. No me resisto a transcribir unos párrafos del libro Empresarios y Samuráis en los que se habla precisamente de un hecho que acaeció a Sócrates y que tiene relación con un oráculo. Este acontecimiento aparentemente simple, condicionaría la historia del pensamiento occidental:


En una ocasión Querofonte, amigo de Sócrates (470-399 a.C.), acudió al templo de Apolo en Delfos. Allí había una pitonisa de la que se servía el dios para comunicarse con los humanos. El caso es que Querofonte le preguntó si había en el mundo alguien más sabio que Sócrates. El oráculo, en trance, le respondió que no. A su
vuelta a Atenas Querofonte comunicó al maestro lo sucedido.

Sócrates, perplejo ante aquella revelación, estuvo tiempo dándole vueltas. Era perfectamente consciente de que desconocía infinidad de cosas. Sabía que no era sabio “ni en lo importante, ni en lo insignificante”. Entonces, ¿por qué razón Apolo había afirmado una cosa así? Un dios no puede mentir, pero su respuesta parecía no corresponderse con la realidad. Sócrates se propuso encontrar a alguien más sabio que él para corroborar sus dudas. Comenzó a preguntar a políticos, poetas y artesanos. Pero estos le defraudan pues aun cuando ni él ni ellos sabían “nada noble y bueno”, los otros afirmaban conocerlo. Ciertamente, eran expertos en cuestiones técnicas de su especialidad, pero precisamente por ello caían en el error de creer que ya lo sabían todo.


Fue entonces cuando Sócrates reparó en porqué era el más sabio. Él, siendo ignorante, al menos era capaz de darse cuenta, cosa que no hacían los demás, puesto que ensoberbecidos por sus estrechos conocimientos, creían conocer lo que en realidad ignoraban. De aquí surge su famosa frase: “sólo sé, que no sé nada”.

Es por esto que la didáctica de Sócrates comenzará por demostrar a sus interlocutores que son más ignorantes de lo que creen. Sólo liberándolos de sus ataduras y prejuicios tendrán la disposición de ánimo necesaria para abrirse a nuevos conocimientos.

Como se ve, el verdadero oráculo no da las respuestas, sino que señala el camino para que uno mismo las halle por sí. Dado que el bueno de Paul no tiene dedos para señalar, nos conformaremos con rellenar las quinielas junto a su pecera mientras el tentaculado se pone como el Quico de mejillones.

lunes, 12 de julio de 2010

¡Bien por Chile!


Este mes de julio parece que ha comenzado de una manera luminosa, y no sólo en el terreno futbolístico. La Cámara de Diputados de Chile aprobó el pasado 7 de julio (¡Viva San Fermín!) una declaración institucional de apoyo a las organizaciones que defienden la vida del no nacido, y más específicamente a la ONG española Derecho a Vivir.

La resolución, que ha contado con el aplastante respaldo del 83 por ciento de los diputados (sólo 7 votaron en contra), dice así:

La Cámara de Diputados de Chile acuerda expresar su solidaridad a todas las organizaciones mundiales que luchan contra el aborto, en particular a la ONG española Derecho a Vivir, que ve con horror cómo en España se ha perfeccionado el asesinato más reprochable en contra de un ser indefenso, cual es el cometido en el aborto, cuyas víctimas -por su desamparo legal- no podrán recurrir a los tribunales internacionales reclamando por el derecho humano más básico que no es otro que el derecho a la vida.
Hechos como este hacen renacer en nosotros la esperanza en un mundo mejor. Pero para ello hemos de actuar, no quedarnos quietos lamentándonos.

La Constitución chilena es todo un ejemplo de defensa de la vida del gestante. En su artículo 19.1 reconoce:

El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la
persona.

La ley protege la vida del que está por nacer...
Cuando unas voces callan, otras se alzan. Esta vez la voz de la justicia y la vida ha venido de la república hermana de Chile. Ojalá su sonido resuene en nuestros corazones para no dar por bueno lo inicuo, para no mirar para otro lado mientras decenas de miles de niños son asesinados todos los años en nuestro país.

¡Viva Chile! ¡Viva la Vida! ¡Viva una España con fe en la vida y en el futuro!

domingo, 11 de julio de 2010

Evasión o victoria


«Evasión o victoria». Tal parecía la final de la Copa del Mundo de Fútbol. Afortunadamente, los nuestros han sido los "buenos", y no por ser los nuestros, sino por su juego limpio y constructivo, mientras la selección holandesa se ha enfangado en un estilo bronco y agresivo.

Y se suceden los pases, y los agarres, y las patadas, y las escapadas, y Holanda demuestra que sabe jugar cuando no va a la gresca, pero recae una y otra vez; y España no se arredra, y pasa el tiempo, y el partido acaba en prórroga, y mi mujer va a la ventana, y se sienta, y se vuelve a levantar porque los nervios afloran. Y los golpes y contragolpes se suceden; y se acercan los penaltis, cuando Iniesta busca y rebusca y arriesga, y como el maestro Yoda, no lo intenta sino que lo hace, y chuta con fuerza y precisión, y la pelota entra en la red, y mi mujer vuela por los aires porque la he cogido en volandas, y por la ventana abierta por el calor sofocante y húmedo entra un estrépito que grita un monosílabo como un big-bang:gooooool!"

Y los dos últimos minutos se nos ha olvidado qué es eso de estar sentados. Y el árbitro ("manifiestamente mejorable") pita el final. Y vemos que a veces triunfa la justicia, y gana el mejor, con elegancia, con buen hacer, con humildad, con coraje, con alegría, con camaradería.

Y me digo a mí mismo que ya soy mayorcito para algarabías, y mi mujer, contenta, me recuerda que al día siguiente es laborable. Y me contesto que y le respondo que , pero me enfundo los vaqueros y una camiseta y me calzo unas zapatillas y salgo a la calle a escuchar bocinazos y gritos y bullicio, y me encuentro inmerso en una riada humana que va hacia el centro de Zaragoza con banderas de España y camisetas de la selección. Y por un día nadie es de estos ni de aquellos, ni sospechoso de lo uno o lo otro. Y muchos ecuatorianos y un grupo de marroquíes y varios de negros de vete a saber dónde se unen a la fiesta que han hecho propia.

Y sé que es sólo fútbol, pero por una vez parece que estamos todos de acuerdo en quiénes son los nuestros, en que hay un nosotros, en que nuestra bandera no es una vergüenza sino el signo de una comunidad. Y vuelvo a casa empapado en sudor porque la temperatura es de unos doscientos grados celsius y treinta mil fahrenheit y ha llovido hace un rato. Y ya de madrugada y después de ducharme me siento a escribir esto y me digo que me ha gustado, que ojalá pudiéramos celebrar más cosas juntos, y no sólo gestas deportivas, y que los aguafiestas y malmetedores se podían estar calladitos unos días más, que ninguno, ninguno en absoluto, les hemos echado de menos. Y me voy a la cama, aunque sé que apenas voy a pegar ojo, pero esta noche no me importa. Y sonrío porque la victoria de once lo es de millones, y entre ellos, estoy yo.

jueves, 8 de julio de 2010

¿Por qué no me interesan las entrevistas a políticos?


Por sistema evito leer la mayor parte de las entrevistas que realizan a políticos. No me interesan por su predecibilidad; porque jamás se salen ni un milímetro del guión, y cuando lo hacen, suena a impostura, a buen rollito, a colegueo barato.

Tienen respuesta para todo. Parecen desconocer la perplejidad que a todos los hombres nos acompaña. ¿Para qué existirá la ciencia y la filosofía si todo está tan claro?

Como lo saben todo, dan lecciones a todos. Nunca yerran, y si alguna vez reconocen cometer errores es a condición de no aludir a ningún hecho concreto, enunciarán un genérico y magnánimo “también yo me equivoco”.

La realidad, según ellos, es blanca o negra. Si se les pilla en una tropelía, automáticamente se convertirán en acusadores del partido contrario, tratando de envolvernos en la falacia de que todos pertenecemos a algún partido y, por tanto, estamos contaminados por sus desmanes.

Cuando visitan a un enfermo, o dan un euro, o colaboran en alguna actividad “solidaria”, se rodean de flashes y micrófonos, para que quede constancia de su gesto fugaz e interesado. Darán dos palmaditas a quienes se la juegan día a día, y ya no se les verá el plumero por aquel lugar.

A mí me resulta interesante la gente que sabe decir “no lo sé”, “perdóname”, “tienes razón, yo estaba equivocado”, “desconozco sobre este tema, así que lo más prudente es que no diga nada al respecto”, “yo tampoco lo entiendo”, "me has convencido". Me gusta estar con personas que se forman en una materia y dedican un tiempo a escuchar y pensar por sí mismas.

En definitiva, me gusta la gente sincera, no que finge sinceridad. Me gusta la gente curiosa y formada, no sabelotodo. Me gusta la gente humilde, no vanidosa ni sectaria. Me gustan las personas, no los secuaces. Por eso me interesan tan poco la mayor parte de los políticos al uso.

miércoles, 7 de julio de 2010

Rebelión en la granja... toledana


Rebelión en la Granja fue publicada por vez primera en agosto de 1945, recién acabada la segunda guerra mundial. En dicha obra George Orwell (1903-1950) hacía una crítica al régimen de terror instaurado por Stalin, pero al presentarla en forma de fábula, la misma quedaba revestida un carácter universal que la hace válida para cualquier forma de totalitarismo.

El libro narra la insurrección de los animales de una granja, que consiguen expulsar a los granjeros e instaurar un sistema igualitario. Sin embargo los cerdos, con Napoleón a la cabeza, se van haciendo con el control de la situación, hasta instaurar una férrea tiranía.

Orwell tuvo serias dificultades para que su obra fuera publicada. La Unión Soviética estaba aliada con Gran Bretaña y gozaba de buena prensa entre la intelectualidad británica.

En 1971 fue hallado un prólogo que finalmente no había sido incorporado al libro y se daba por perdido. En el mismo, Orwell denuncia la complicidad de los intelectuales británicos con la dictadura estalinista, los acusa de hacerse eco de las mentiras que se propalaban desde el poder soviético y de silenciar aquellos hechos que no se adecuaban a la política de Stalin. Y pone un ejemplo:


La BBC celebró el XXV aniversario del Ejército Rojo sin citar para nada a Trotsky, lo cual fue algo así como conmemorar la batalla de Trafalgar sin hablar de Nelson. Y, sin embargo, el hecho no provocó la más mínima protesta por parte de nuestros intelectuales.


Traigo a colación este episodio porque el próximo 19 de julio el Príncipe Felipe va a inaugurar el nuevo Museo del Ejército en el Alcázar de Toledo, que incorpora las exposiciones que hasta ahora se ubicaban en el museo madrileño. Y viene a resultar que en la nueva muestra se ha eliminado escrupulosamente cualquier referencia al sitio que el propio Alcázar sufrió durante la guerra civil española. Episodio que, por encima de cualquier componente ideológico o político, es estudiado en diversas universidades del mundo y forma parte de nuestro patrimonio histórico.

También ha sido suprimida de la muestra la parte referida a la División Azul, que hasta la fecha contaba con una sección en el museo madrileño. Cinco mil divisionarios dejaron la vida en el frente Ruso, y casi 9000 resultaron heridos. A ello hay que añadir aquellos que acabaron en campos de concentración rusos durante más de una década.

En el fondo, son mecanismos totalitarios que pueden perfectamente incardinarse en una democracia adulterándola. Allá donde alguien quiere imponer su criterio sin tener en cuenta a los demás, manipula la realidad para obligar a sus víctimas a ver el mundo según su criterio y a obrar según sus propósitos.



Aquí se ve claro que el principio evangélico según el cual la verdad nos hace libres, tiene su reverso siniestro: la mentira nos somete.

martes, 6 de julio de 2010

La carga

Lo contó hace algunos años un misionero.

Había estado destinado en los Andes, y en una de sus travesías se encontró con una niña que no tendría más de seis años y portaba a sus espaldas a su hermana pequeña. El religioso se compadeció de la muchacha y le preguntó:
- ¿Cómo puedes llevar una carga tan pesada?
A lo que la niña respondió inocentemente:
- No es una carga, es mi hermana.

Al misionero aquella respuesta le impactó, y confesaba que desde aquel día cada vez que alguien se le hacía pesado por cualquier motivo, se decía a sí mismo: "no es una carga, es mi hermano".

lunes, 5 de julio de 2010

Dos españoles únicos





El presente artículo lo escribí en 2005. Lo envié bastante extractado a la revista TU Lankide de la Corporación Mondragón que lo publicó en uno de sus números. Entonces se cumplía medio siglo de la muerte de Ortega y Gasset, y 25 años de la de Félix Rodríguez de la Fuente. Hoy ya son 55 y 30 años respectivamente los que han pasado desde que estos dos genios dejaron este mundo. Vaya en su memoria el presente escrito.





Este año 2005 se han producido dos efemérides de especial significación: el cincuentenario de la muerte de José Ortega y Gasset, y los veinticinco años del fallecimiento de Félix Rodríguez de la Fuente. La España actual sería incomprensible sin estas dos figuras que nos han dejado una fecunda impronta en sus respectivos ámbitos de actuación, la filosofía y la biología en su más amplio sentido.

Ambos personajes comparten una serie de cualidades que les han permitido llevar a cabo una labor de plenificación en sus áreas de conocimiento que no han tenido parangón en la época contemporánea. ¿Qué cualidades son esas?

Para empezar el entusiasmo por la realidad. Los dos sienten que el mundo es valioso en sí mismo, atractivo, hermoso, amable, digno de ser descubierto y comprendido. Uno se queda extasiado ante la hermosura de una idea iluminadora o frente a los trazos de un cuadro de Velázquez, el otro observa paciente al abejaruco alimentando su ruidosa nidada o al lince ibérico avanzando agazapado hacia su presa.

También comparten un espíritu generoso que les lleva a querer comunicar esos hallazgos, no los acaparan o los reservan para unos pocos “iniciados”. Quieren que el mundo participe de esas inestimables riquezas que ellos van poseyendo. Por eso buscan los medios de darlas a conocer, de enriquecer al mayor número. Pero para llegar a mucha gente deben poner a su alcance conceptos que no siempre son asequibles, por eso tienen que crear un lenguaje que, partiendo del uso común, sea capaz de alumbrar con nuevas reverberaciones las realidades metafísicas o naturales con que se encuentran. De ahí que su tarea fructificadora comience por la del propio idioma. Sabiduría y divulgación son sus estandartes.

Siempre me ha llamado la atención la afirmación de Ortega en La deshumanización del arte según la cual cada época histórica mantiene en todas sus manifestaciones una “sorprendente y misteriosa” solidaridad consigo misma. Pintores, músicos, escritores... todos manifiestan los mismos valores estéticos. A este hecho no son ajenas las dimensiones humanas no artísticas, como puedan ser la filosofía o la biología.

Según Julián Marías la época en la que vivimos comienza con la generación del 98. De su simiente recogemos nuestras cosechas. Nuevos aires oxigenan Europa pero esta vez España decide darse por enterada a tiempo e inicia una de sus épocas más esplendorosas.

En filosofía Husserl (1859-1938) abre una nueva página del conocimiento gracias a su fenomenología. Cuando la madre de las ciencias parecía languidecer bajo las brumas del positivismo y del psicologismo, el pensador austriaco la rescató para abrir sus puertas a nuevas realidades. Había que superar el idealismo que había esterilizando el pensamiento filosófico, había que contemplar cada cosa en su propio ámbito, en su propia realidad, de modo que fuera de veras comprendida. Husserl todavía recelaba de la metafísica, por lo que propone un método que sea exclusivamente descriptivo.



La consigna estaba dada: “Rescatar la realidad. Rescatar y respetar toda realidad”. Si bien el pensador moravo recaería en un sutil idealismo esto no quita para reconocer que su aportación al mundo del pensamiento ha sido decisiva.



Ortega y Gasset pronto reaccionaría a la llamada y, mediante su razón vital, pondría a la altura del tiempo la filosofía española. Pero no se limitaría a la cátedra o a la tribuna, sino que se apoyaría en la prensa de la cual han emergido la práctica totalidad de sus libros.

Las ideas de Ortega podían ser leídas y, lo que es más importante, comprendidas por cualquier lector español. Desde las páginas de El Sol o Crisol cualquier ciudadano podía acceder a quehacer filosófico del gran maestro, y así descubrir que el mundo debía ser mirado con nuevos ojos; que no me puedo comprender aislado de mi circunstancia, ya que ella es una parte constitutiva mía; que la realidad humana es narrativa, histórica, dramática.

Pero, ¿qué pasaba en el campo de las ciencias naturales, de la biología? Lo que sucedía es que otro ilustre austriaco, Konrad Lorenz (1904-1989), iba a dar un giro en el modo de comprender el mundo animal empleando como herramienta de trabajo la observación en el medio natural. Su carácter principalmente descriptivo, sería criticado por muchos de los biólogos del momento que entendían que toda investigación debería realizarse en condiciones de laboratorio. Lorenz pone en marcha la “etología” entendida como la ciencia que estudia el comportamiento animal.



¿No se percibe cierto parentesco entre los planteamientos de Husserl y los de Lorenz? ¿No propone el primero contemplar cada cosa en su contexto propio y el segundo observar a las especies en sus propios medios? ¿No parten ambos de un respeto por la realidad?

Heredero en gran medida de los planteamientos del padre de la etología, Félix Rodríguez de la Fuente iba a ser ante todo un “observador de campo”, o, lo que más tarde se llamó, un naturalista.

En España unos pocos naturalistas dedicaban sus esfuerzos a conocer y proteger nuestro patrimonio natural, pero eran, en el mejor de los casos, raras avis. Félix consiguió, en relativamente pocos años, que un país en el que las leyes defendían lo que se llamaba la “extinción de las alimañas y los animales dañinos” se elaborasen normativas que defendiesen a nuestras especies salvajes, como el lobo o el halcón peregrino. Leyes pioneras en Europa, hay que decir, pues países con mayor tradición proteccionista como Alemania, Gran Bretaña o Francia irían a la zaga de España. Pero ese logro pasó por introducir en los hogares españoles las vidas y costumbres de los más diversos especímenes, así pudimos contemplar la nutria nadando gracilmente por las aguas de un río en busca de pescado o al águila real arrancando de un peñasco a una joven cabra ibérica.

España no es la misma desde que Ortega y Gasset o Félix Rodríguez se sumergieron en sus intensas vocaciones con un grado de autenticidad envidiable. Hagamos fructificar su legado y seamos cada día un poco más sabios y un poco más respetuosos con nuestro medio ambiente.

domingo, 4 de julio de 2010

Dios, historia... nada



En 1305 era proclamado Papa Bertrand de Got que tomaría el nombre de Clemente V. A instancias de Felipe el Hermoso de Francia, trasladó la sede apostólica a Aviñón, y allí permanecería durante setenta años. Luego se produciría el Cisma de Occidente, que dividió a la Cristiandad desencadenando uno de los periodos más penosos de la historia de la Iglesia.

Sin entrar en la polémica desatada con este Cisma, el hecho es que los Papas de Aviñón previos al Cisma son sucesores indiscutibles de Pedro, como lo son León XIII, Juan XXIII o Benedicto XVI.

Dado que durante casi todo el siglo XIV Aviñón fue la residencia pontificia, allí se fue levantando la "segunda Roma", atrayendo a los mejores artistas, arquitectos, científicos... de Europa. Benedicto XII (1334-1342) comenzó la construcción del sin igual Palacio de lo Papas (hoy día Patrimonio de la Humanidad), que sería la sede de Clemente VI (1342-1352), Inocencio VI (1352-1362), Urbano V (1362-1370) y Gregorio XI (1370-1378) hasta la marcha de este último a Roma.

Durante la Revolución Francesa, Aviñón y Venaissin, que eran territorios papales, fueron anexionados por Francia, e inaugurando una práctica que se repetiría indefectiblemente en los procesos revolucionarios posteriores, los revolucionarios se dedicaron a saquear y profanar los edificios religiosos. Así, las tumbas de los Papas aviñoneses serían decapitadas. (Lamentablemente las decapitaciones no se limitaron a las estatuas de piedra).

Ahora Miquel Barceló presenta una exposición en el mismísimo Palacio de los Papas que pretende rememorar la que Picasso realizara en ese mismo lugar en 1970. Entre las obras expuestas por el artista mallorquín se encuentran una serie de máscaras de mounstruos que sustituyen a las cabezas decapitadas de los Papas.

No seré yo quien dude del talento artístico de Barceló, pero sí de la oportunidad de profanar un mausoleo. ¿Hasta qué punto hemos banalizado cualquier realidad trascendente e incluso meramente histórica?

Pretendemos que personas venidas de otras tierras en busca de una vida mejor respeten nuestros valores y nuestra cultura. Pero ¿qué valores?, ¿qué cultura? Es más, ¿qué entendemos por "respeto"?

A lo largo de los tiempos ha habido grupos o pueblos enteros que han derribado los símbolos religiosos de otras comunidades para alzar los propios. En el lugar del Templo de Jerusalén, Roma levantó otro dedicado a Júpiter; la Catedral de Santa Sofía fue transformada en mezquita; los ídolos donde los aztecas sacrificaban esclavos fueron derribados para alzar la cruz.

Nosotros, sin embargo, arrojamos insidia sobre nuestros lugares santos para erigir... la nada. La carcoma del vacío bajo el antifaz de la burla grosera.

Pero la naturaleza no tolera el vacío; de modo que esa "nada" será ocupada por lo primero que llegue.

Gran parte de Occidente pide a gritos su propia extinción, y se pone jubiloso a la faena de abrir su fosa para no dejar el menor rastro de su existencia.

jueves, 1 de julio de 2010

Ella


Cuando llevábamos dos años casados ella entró en nuestras vidas. Hasta entonces mi mujer y yo habíamos vivido solos y nos parecía que no nos faltaba nada, nos teníamos el uno al otro y eso era suficiente. Pero ella lo cambió todo, se instaló en nuestro hogar y desde bien temprano comprendimos que nada volvería a ser igual.

Yo estaba deseando regresar del trabajo para verla, necesitaba estar con ella, mirarla, atender a lo que decía, me abría tantos horizontes insospechados. Si por cualquier razón me faltaba me invadía un profundo desasosiego que sólo ella podía calmar.

Es cierto que hizo mella en nuestro matrimonio pero, qué quieren que les diga, uno no es de piedra. A menudo sucedía que mi mujer me quería contar algo y yo le mandaba callar porque prefería atenderla a ella.

Sí, ella era la primera. Aunque soltase la más infame ordinariez eso me daba igual. Lo que a otro jamás le hubiera consentido decir en mi casa a ella se lo permitía sin problemas, y es que era el centro del hogar, nuestras vidas giraban en torno a ella.

Cuando nacieron las niñas la encontraron ya conviviendo con nosotros, pronto se convirtió en una segunda madre (y para no pocas cosas en la primera). Si con su madre natural eran capaces de reñir y discutir, con ella jamás lo hicieron, nunca cuestionaron nada de lo que les decía, todo lo que de ella venía les parecía maravilloso.

Un día mi mujer se disgustó especialmente; comentó que estaba harta; en nuestro hogar ya nadie hablaba, sólo nuestra inquilina podía hacerlo y era a la única a la que se atendía. Así que nos dio un ultimátum: la “intrusa” (así la llamó) debía salir de casa antes del fin de semana. Con gran dolor de corazón nos tuvimos que despedir de quien hasta entonces había sido la protagonista de nuestra existencia. Fue como si nos arrancaran las entrañas. Durante los siguientes diez días la tensión familiar se acrecentó, luego, poco a poco, las aguas volvieron a su curso. La charla reapareció en las comidas, volvimos a compartir experiencias y anhelos, y las risas y ocurrencias aparecieron donde antes sólo había mutismo. Las niñas llenaron su tiempo de ocio con juegos e incluso mejoraron sus calificaciones. Yo retomé la lectura y el deporte y empecé a frecuentar viejas amistades. ¡Qué decir de mi mujer!, la felicidad renació en su rostro, volvíamos a ser una familia.

¿Qué quién era ella? Bueno, en la caja en que llegó creo que decía que se trataba de una Thomson de treinta pulgadas, aunque tampoco estoy muy seguro. Sólo les pido una cosa, si la ven por ahí no la traigan a mi casa, vivimos mucho mejor sin ella.