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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

jueves, 28 de octubre de 2010

¡No pasa nada!



¡Qué lista es mi chica!

Mi hija pequeña se ha echado todo el yogurt líquido por encima. Le había advertido varias veces que dejara de enredar, pero no ha hecho caso y ha pasado lo que tenía que pasar. Se declara culpable pero inmediatamente se absuelve:

- Papá, se me ha caído el actimel, pero no pasa nada.

Lo cierto es que la coletilla final acompaña todas sus “hazañas”. Igual da que rompa un vaso, se le escape el pipí o meta las manos en la nocilla. Tras reconocer el desaguisado añade un sereno: “pero no pasa nada”.

Desde luego promete, ha venido al país adecuado. Aquí uno roba un furgón con tropecientos millones de euros, se fuga a otro país con el dinero para gastarlo en prostitutas y drogas, y cuando lo detienen se convierte en una celebridad. Graba discos, firma libros, concede entrevistas, y es que “no pasa nada”.

Al político de turno lo pillan en una vil mentira, y no sólo permanede en su cargo, sino que se crece, se vuelve más “mediático” y es una referencia de primer orden dedicada a acusar de falsedad a todo bicho viviente. ¿Cómo no va a ser así, si aquí “no pasa nada”?

O a los responsables locales del partido político naranja, amarillo limón o violeta, tanto da, los cazan cobrando sobornos y no sólo no sufren el vilipendio público, sino que son jaleados por sus húestes y respaldados electoralmente. ¡Adelante muchachos, “no pasa nada”, esto es España!

Ya cantaba Loquillo aquello de: “si todos somos ladrones, el delito sólo puede ser que te pillen con la mano en el pastel”.

Hija mía, si sigues así, te auguro un futuro prometedor.

miércoles, 27 de octubre de 2010

¿A qué juegan?



Se llama Mari Carmen, necesita 150 euros porque se le ha estropeado la cisterna del baño y no tiene para pagar. Cobra 710 €/mes de la prestación del desempleo y entre el alquiler, comer y pagar las facturas apenas llega a fin de mes. Además estos ingresos tienen una próxima fecha de caducidad. ¿Y después?. "Media ciudad debe tener mi número de teléfono. Ya no sé dónde más dejarlo", me dice justo antes de ponerse a llorar. Ahora calla, trata de contener el llanto. No quiere que yo lo note; le da pudor.

Le digo unas palabras amables: "Ya verás, todo se arreglará. Luego esto será como un mal sueño". Me confiesa que se le pasa por la cabeza tirarse al río. Veo que no es una frase hecha ni una broma, pero intento quitarle hierro a la cosa para que no se agobie. "No mujer, si ahora el agua está muy fría. ¿A dónde vas a ir luego toda mojada?" Esboza una sonrisa. Es como si dudase entre reir o llorar. Parece que desdramatizar sus malas tentaciones ha surtido efecto, al menos momentáneo.

Le facilito el teléfono de una empresa de limpiezas para ver si necesitan gente. Es el gremio en el que ha estado trabajando durante toda su vida. El último año estuvo contratada para limpilar unas instalaciones deportivas; se levantaba a las cuatro de la madrugada y a las cinco ya estaba en el tajo. Los dos últimos meses dejaron de pagarles hasta que los echaron a todos. El escaso salario que ha ido cobrando a lo largo de estos años le ha dado para ir tirando; aquí no hay "colchón" que valga. Sé que en estos momentos es muy difícil que tengan algo para ella; casi imposible. Pero no se me ocurre otra cosa que poder hacer.

Nos despedimos. Me da las gracias, aunque poco he podido hacer más que escucharla.

Cuando la veo marchar una ola de frustración me invade. A mi mente viene la imagen de los políticos. -¿"Nuestros" políticos, se dice?- Últimamente están enzarzados en si tú me has llamado morritos o tú a mí pijo. ¿No tienen otra cosa en la que ocuparse? ¿No pasa nada más en España? ¿Nos están tomando el pelo? ¿En qué mundo viven? ¿Para qué creen que están ahí? ¿A qué juegan? Las preguntas indignadas se disparan en mi mente. No pido que den trabajo, no están ahí para eso; sí que se desvivan porque otros puedan crear empleo, y trabajar. Y, sobre todo, pido de ellos que sean ejemplares, que no vayan blindando sus pensiones y privilegios; y que si no quieren hacer nada por lo menos no den la nota con vanalidades y bobadas pueriles.

He perdido de vista a Mari Carmen. Llevaba el papelito con la dirección que yo le he dado aferrado en la mano, como si fuera el visado que le va a abrir las puertas de la felicidad. Me siento mal, muy mal. Mañana muy temprano volveré a pasar frente a la larga cola del paro, donde todos miran silenciosos esperando a incorporarse a las listas de la desesperanza, mientras yo me dirijo acelerado a mi trabajo. En ese momento el privilegiado seré yo. Más me vale no olvidarlo, o me pareceré demasiado a los que nos gobiernan.

martes, 26 de octubre de 2010

Francesco de Nigris nos hablará de Julián Marías



El próximo sábado 30 de octubre de 2010 Francesco de Nigris impartirá en Zaragoza la conferencia "Nacidos para amar" en la cual abordará el pensamiento del filósofo Julián Marías en lo referente al amor.


El evento tendrá lugar en la sala de conferencias de Caja Laboral (Pº Sagasta, 6) a las 12:00 y ha sido organizado por la Sociedad Aragonesa de Ciencias y Humanidades a la que pertenezco.


Por circunstancias biográficas Julián Marías prácticamente no tuvo discípulos directos. Francesco de Nigris es uno de los escasísimo afortunados que llegó a serlo, manteniendo una conviviencia diaria con el filósofo durante los cinco últimos años de la vida del mismo. Por eso esta conferencia es una buena oportunidad para adentrarse en el conocimiento de un filósofo sabio y bueno.


Hay que subrayar el amplisímo conocimiento del pensamiento raciovitalista que posee Francesco de Nigris, además de su gran capacidad comunicadora. De verdad que merece la pena.


La entrada es libre y gratuita.

lunes, 25 de octubre de 2010

Ombliguismo o la muerte de Copérnico


Ortega y Gasset advertía frente a los partícularismos, entendidos como la exacerbación de un aspecto de la realidad en que la parte pasa a convertirse en todo; lo relativo se absolutiza. Así la raza se transmuta en racismo, la nación en nacionalismo, o la feminidad en feminismo.

Está claro que nada de malo tiene pertenecer a una raza, a una nación o al género femenino, lo grave es divinizar esas categorías hasta el punto de convertirlas en excluyentes, en "-ismos".

Una de las peculiaridades de los particularismos es su susceptibilidad. Sacralizado un aspecto de la realidad, toda mención a él debe hacerse según el protocolo ritual establecido por los nuevos gurúes; de lo contrario uno se convierte en profanador.
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Si alguien critica tal o cual aspecto de la política, la economía, el carácter, la historia o la legislación de una determinada región, automáticamente se convierte en anti-región, fascista, réprobo.
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Igual sucede con los dogmas o, lo que es peor, las manías del feminismo, el clasismo, el multiculturalismo, el pansexualismo, y todos los demás "ismos" que se nos puedan ocurrir.
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A menudo son la coartada del demagogo de turno que apoyado en el prestigio social de esos particularismos, finge escandalizarse por las palabras o acciones de quienes no siguen puntualmente el ritual establecido o critican tal o cual aspecto de una parcela de la realidad que se ha divinizado.
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Hay que tratar de inmunizarse frente a los particularismo y recordar algo que decía el padre Pío Gurruchaga: "Las cosas de Dios no son Dios. Sólo Dios es Dios".

domingo, 24 de octubre de 2010

El profesor Jarona se queda fuera del gobierno


¡Qué oportunidad se ha perdido! Una vez más la única persona que podía sacar a España de la grave crisis en que se halla sumida ha sido descartada del nuevo gobierno. ¿Por qué?, me pregunto consternado. ¿Por qué dejan fuera al más apto? ¿Siempre va a primar el partidismo?

No será porque el profesor Jarona no se dé a conocer. De hecho yo he tenido la oportunidad de encontrármelo varias veces y jamás me ha ocultado sus capacidades. ¿Por qué entonces no se le ha incorporado al gobierno no ya con un ministerio sino con cinco o seis? ¿Acaso porque es negro? Es que si no, no le encuentro otra explicación. Estudios económicos, análisis políticos, estrategias, brotes verdes, directrices comunitarias, de todo eso el profesor Jarona se ríe, porque él es capaz de proporcionar soluciones de forma inmediata. Él mismo me lo ha confirmado, ¡y por escrito! Tengo en estos momentos en la mano la última octavilla que me dio mientras paseaba, semejante a las diez anteriores que me ha entregado en diversas ocasiones, y no deja el menor lugar a dudas de que sus métodos, además de eficaces, son rapidísimos. ¿Creen que miento? Pues verán que no; transcribo literalmente su último escrito:

PROFESOR JARONA
ESPECIALISTA
en unión de parejas, amarre en 24 horas.
Vuelve hombre o mujer, si estás lejos en 24 horas.
Especialista en separaciones.
Especialista en unión matrimonio en 24 horas.
Ayuda a devolver el amor perdido.
Limpia el mal de ojo.
Ayuda a dejar el tabaco, el alcohol, las drogas de forma inmediata.
Especialista en resolver todo tipo de problemas por difíciles que
sean.
Solucionar problemas, concursos.
Solucionar miedos y accidentes de la vida, problemas judiciales,
enfermedades, suerte.

El trabajo es serio, con seguridad.
GARANTIZADO CONFIANZA 100%
696 163 XXX


¡Lo ven! ¡Resuelve "todo tipo de problemas por difíciles que sean"! Además ofrece una garantía del cien por cien. "Trabajo serio, pero con seguridad".

Si de verdad se quiere alcanzar la paz perpetua, el pleno empleo estable antes de 2012, etc., hay que contar con alguien como el profesor Jarona. Mejor aun, con muchos profesores Jarona.

Por favor, rectifiquen. Todavía estamos a tiempo, los españoles nos merecemos esto y mucho más. Es hora de soluciones. ¡Es hora del profesor Jarona!

jueves, 21 de octubre de 2010

"La nieta del señor Linh"


El anciano Linh es un refugiado vietnamita recién llegado a un desconcertante país llamado Francia. Toda su familia ha muerto en la guerra, y sólo ha sobrevivido su pequeña nieta, de la que se ha hecho cargo. Ella será la única razón para continuar viviendo.
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En un banco cercano al refugio donde los han instalado conoce al señor Bark, un grueso francés a quien no entiende, pero con quien va a ir estableciendo una profunda amistad.
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El señor Bark también ha perdido a su única familia: su esposa, y esta soledad herida será la que tienda puentes entre dos hombres aparentemente muy diferentes.
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La nieta del señor Linh es un libro lleno de ternura y, por encima de todo, de humanidad. Y esa humanidad se materializa precisamente en la vulnerabilidad de sus protagonistas. En medio de una sociedad indiferente, sólo el solitario viudo Bark será capaz de descubrir a la persona que hay en el anciano vietnamita, y al hacerlo él mismo se humanizará.
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Sólo quien se expone puede amar. El seguro, el suficiente, el "independiente" se petrifica.
Este es en mi opinión uno de los elementos claves del cristianismo.
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En los templos romanos había colosales figuras de dioses; seres hercúleos, poderosos, temibles. ¿Qué tuvo que representar en aquel mundo la aparición de lugares de culto presididos por la imagen de un crucificado; por un hombre desahuciado, torturado y ejecutado a la manera de los esclavos? ¿Cómo pedir socorro a alguien aparentemente más necesitado que uno mismo? Y sin embargo en ese misterio residía el secreto. Aquel hombre desnudo, desgarrado, abandonado, suplicante, poseía la mayor carga de humanidad que pudiera concebirse y, por tanto, podía escuchar, compartir, com-padecer.
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Así obra Dios, el Dios de los anawin (los pobres de Yahvé). Como tan bellamente expresa el Pregón Pascual: "Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo".

2+2 no son 4 (o de cómo a veces 1 es igual a infinito)


Una molécula, una gota, un hilo de agua, una fuente, un arroyo, un riachuelo, un río... la mar océana.

Una célula, un embrión, un bebé, una niña... un beso, un te quiero, un arcoiris, una sonrisa, un sueño, un trabalenguas, una sorpresa, un suspiro, una oración, una promesa, un juego, un anhelo, una pupa, un garabato, unas manitas agarrando con fuerza, un regalo, una tarta, un milagro único... irrepetible... eterno.

lunes, 18 de octubre de 2010

A toda vela por los mares del rock




Espero en el coche a que "mis chicas" salgan de misa. Hace mucho frío, hemos ido motorizados y no he encontrado ningún sitio para aparcar. Habrá que esperar en doble fila. Enciendo la radio para acompañar la espera. Sintonizo Rock & Gol. Suena lo que el nombre de la emisora promete, música rock, con lo cual no me relajo (ni ganas).

De pronto empieza a sonar heavy metal. Cantan en español ¡la canción del pirata de Espronceda! ¿Pero qué es esto? No los había escuchado jamás, pero me encantan. "Y no hay playa, sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y dé pecho a mi valor..." es un himno épico, ¡claro que sí! Pone la piel de gallina. Son de nuestra tripulación, no tropa advenediza.

Cuando vuelve la familia yo ya no conduzco un coche, sino que piloto un navío. Amarro el timón y pregunto: "¿Zarpamos, chicas?" "Sí, papá" Y levando el ancla del freno, allá que nos vamos. Iré a misa solo más tarde, pero con un parche imaginario en el ojo y un loro en el hombro gritando: "Grrr, grrr, ¡tierra a la vista! ¡Tierra a la vista!" Creo que incluso cojearé un poco.

He indagado sobre el grupo. Seguro que quienes estén más puestos lo conocen de sobra, pero para los que se quedaron como yo en Barón Rojo, les diré que se llama Tierra Santa. Además de la canción del pirata, tienen otra dedicada al Cid Campeador (Leyenda), otra a Juana de Arco, o al mítico caballo Pegaso. Adjunto los enlaces. Merece la pena escucharlas, aunque mejor sin ver las imágenes de Youtube, que no hacen justicia a las canciones. En particular no perderse la del pirata de Espronceda. Imprescindible para pirados de la vida.

¡Va por todos vosotros, polizones y náufragos de este blog! ¡Con todo el volumen a sotavento!

domingo, 17 de octubre de 2010

En compañía de zombis


Dejo en casa a mis mujeres, unas acostándose, la perla luchando porque se acuesten. Esta vez una razón de peso me releva de mi cometido habitual: Loquillo y su banda van a tocar en el paseo Independencia como colofón a las fiestas del Pilar.

He quedado con mi amigo Alberto; llego cinco minutos tarde; no es falta grave y él me absuelve sonriente. Nos saludamos felices del encuentro y de lo que nos espera. Distintos grupos y atracciones tratan de captar la atención de los viandantes a lo largo del paseo, pero nuestra meta está clara, así que apenas nos detenemos.

Ocupamos posiciones bastante adelantadas. Nada de pantalla, queremos ver al roquero directamente, frente a frente, para teles ya está el salón de nuestra casa.

Se encienden las luces, sale el maestro y suenan los primeros compases de "En las calles de Madrid". ¡Comienza la función! Una tras otra, Loquillo va entonando distintas canciones de su repertorio. Todas contundentes, retadoras, arrogantes. Pueden gustar o no gustar, pero nunca dejan indiferente. Para mi asombro todo alrededor son cuerpos inertes que miran impávidos. ¿Estarán muertos?

Continúa el concierto. Loquillo está en plena forma. Me resulta casi increíble. Lo he visto en los 80 y en los 90 y no ha perdido ni un ápice de energía. Se entrega al máximo y el público continúa inalterado. ¿Ha llegado la quinta glaciación y yo no me he enterado?

Explota la mayor bomba de hidrógeno del rock español: "Carne para linda". Loquillo no canta, ruge como un león marcando el territorio ante sus adversarios. La honda expansiva debería levantar la ciudad por los aires, pero la gente sigue igual, mirando un escaparate.

¿Es esta la generación de los sesenta y los setenta? ¡Por Dios, yo nací el mismo año en que París se cubría de barricadas y Praga ardía plantada frente a los tanques rusos! ¿Qué hay tras las revoluciones?, ¿autismo?

Pisan el escenario Jaime Urrutia de Gabinete (el más flojo en esta ocasión), Sopeña, el genio Sabino Méndez, Amaral más guapa que nunca. Todo parece indiferente a los maniquíes que nos rodean.

La gente es incapaz ni de pedir los bises. Sólo esperan sonámbulos hasta que el grupo vuelve a tocar.

Finalmente con las tres últimas canciones Loquillo ejerce sus dotes de taumaturgo. ¡Resucita a los muertos! Se empiezan a ver palmas, a oír coros, a notar movimiento. Más vale tarde que nunca, aunque nunca, nunca estuvo tan cerca.

Jamás pensé que bailaría en un cementerio, pero lo he hecho durante casi dos horas. Eso sí, la poca voz que me quedaba con el trancazo que arrastro desde hace diez días la he perdido.

No importa. ¡Aunque mudo, estoy vivo! Eso sí, en medio de un país dormido. Duermen los ciudadanos con sus partidos políticos sufragados. Duermen los trabajadores y parados con sus sindicatos subvencionados. Duermen los padres con la televisión convertida en "educadora" de sus hijos. Todos duermen. Es el reino de los durmientes. Zombis con horchata en las venas que ya no reaccionan ni tan siquiera ante un buen concierto de rock & roll.

jueves, 14 de octubre de 2010

Dos burlas llamadas Gibraltar y Malvinas


Según informa la prensa, el ministro principal de Gibraltar ha decidido suspender unilateralmente las dos reuniones que tenían concertadas con España y el Reino Unido en el marco del Foro Tripartito de Diálogo sobre el Peñón. Además, el señor Caruana exige que se trate la territorialidad de las aguas que rodean la colonia británica.

Lo cierto es que fue el actual presidente español, junto con su ínclito ministro de asuntos exteriores, quien aceptó la creación de dicho Foro Tripartito, a lo cual se habían venido negando todos los gobiernos españoles anteriores de cualquier signo. Ahora el representante de la colonia tiene el mismo peso que la nación colonizadora (que naturalmente está encantada de la vida) y la nación colonizada.

Por buscar una analogía, es como si en una comunidad un piso ha sido usurpado por un okupa, que para más inri es el hijo del Administrador, y al intruso de marras se le da un estatus especial no ya para que participe en la junta de la comunidad de propietarios, sino en las reuniones entre el Administrador y el Presidente y además en igualdad de condiciones.

No sé si cuando España trate con otros países la producción de naranjas, por poner un ejemplo, también acudirán a negociar en estatus de igualdad los alcaldes de Valencia, Castellón, Murcia, etc. Pues se ven afectados por esta cuestión directamente y sus localidades tienen bastante más de los 28.800 habitantes que habitan el Peñón.

El señor Caruana además está preocupado porque los contrabandistas y traficantes que aprovechan la impunidad de la que gozan en la colonia y que le dejan buenas divisas han sufrido incomodos por parte de las patrulleras de la Guardia Civil. Y claro, eso no se puede tolerar. El okupa organiza en el piso el día del porro y el blanqueo de capitales, y los vecinos ponen pegas a los traficantes cuando pasan por la escalera. Así que el okupa además de boicotear las reuniones con su papá el Administrador y con el presidente de la comunidad, decide reivindicar para sí el rellano íntegro (a sus vecinos de piso les pueden dar sopas con honda) y de paso, un buen trecho de la escalera.
Es un paso más en la cadena de despropósitos que se dan como consecuencia de que en pleno siglo XXI siga existiendo una colonia en plena Europa.




A continuación voy a mostrar un capítulo de un libro todavía inédito, que he titulado Julián Marías. Retrato de un filósofo enamorado. Dicho capítulo se titula ¡Malvinas argentinas! y dice lo siguiente:


A principios de abril de 1982 tropas argentinas ocuparon el archipiélago de las Malvinas. Sometidas a la soberanía británica, estaban custodiadas por una pequeña guarnición, lo cual posibilitó que la toma no revistiera un carácter cruento.

En aquellos momentos el gobierno de Margaret Thatcher se encontraba con una popularidad bajo mínimos debido a la fuerte contestación social que habían tenido muchas de sus reformas. El conflicto atlántico desvió la atención de la opinión pública y alimentó el patriotismo popular, lo cual fue aprovechado por la primera ministra para emprender una política de exaltación nacional encaminada a imponer la hegemonía británica a cualquier precio.

Lo cierto es que, como ha reconocido el historiador francés Pierre Razoux (quien ha trabajado para la Secretaría de Defensa británica), “cuando comenzó el conflicto la mayoría de los británicos ni siquiera podía ubicar las islas en un mapa, mientras que para los argentinos las Malvinas eran una convicción nacional.” (Razoux, La guerre des Malouines, 2002)

Las Malvinas habían sido tomadas por el capitán Onslow en 1833 aprovechando la interna debilidad de la joven república Argentina, ésta se había independizado de España pocos años antes. Los británicos expulsaron a la población argentina y a su gobernador e izaron la bandera de la Unión. Desde entonces la Argentina no dejo de reclamar la devolución de las islas, sin conseguir absolutamente nada.
La toma del archipiélago en 1982 restituía el territorio al país hispánico, pero situaba al mundo occidental en una situación incómoda. Dos países aliados de EEUU y opuestos al bloque soviético se veían enfrentados por una disputa territorial nacida en la primera mitad del siglo XIX.

Pese a lo precario de la situación, Margaret Thatcher se negó a hacer ninguna concesión, puso en marcha una campaña diplomática de primer orden y mandó a su marina para recuperar militarmente las islas. En poco tiempo la mayor parte de los apoyos se decantaron por el más fuerte, de modo que incluso los EEUU, que formaban parte del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), rompieron su neutralidad inicial para acabar por respaldar a Gran Bretaña.

Después de una guerra de poco más de dos meses, el Reino Unido volvería a controlar completamente aquel territorio poblado por 1.830 habitantes. Leopoldo Galtieri, que presidía la junta militar argentina, dimitió, desencadenándose un proceso de cambio político que derivaría en una democracia.

El coste humano de aquella “gesta”: 746 argentinos y 265 británicos muertos, además de más de 2.000 heridos de ambos bandos y una cuantiosa destrucción de material militar. Al acabar la guerra Gran Bretaña construyó una nueva base con 1.500 soldados (en 1982 eran 100), y su coste de mantenimiento en 2002 se estimaba en 120 millones de dólares anuales.

Pero lo que aquí nos interesa es conocer la actitud de don Julián Marías ante aquel conflicto, porque ciertamente fue uno de los escasísimo intelectuales que ni se ocultó, ni se plegó a un entreguismo claudicante. Muy al contrario, mantuvo una postura coherente, justa y cargada de un ponderado patriotismo hispánico.
Lo primero que despertó en Marías aquella guerra fue un sentimiento de estupor e indignación por lo que estaba pasando. “Este título que acabo de escribir, «La guerra anglo-argentina», a mí mismo me produce asombro. ¿Por qué? Porque es enteramente absurdo, porque a nadie se le hubiera ocurrido la posibilidad de que hubiese una guerra entre Gran Bretaña y la República Argentina.” (Hispanoamérica, 267)

Ciertamente, se trataba de dos países anticomunistas, en distintos continentes y latitudes, a más de 10.000 kilómetros de distancia y con un océano de por medio.

En sus escritos Marías subraya su admiración por el Reino Unido. Reconoce la grandeza del Imperio Británico, aun con los errores y excesos que pudiera haber conllevado su constitución y sostenimiento, pero a su vez recuerda que dicho imperio fue desmantelado no sólo por un imperativo de los nuevos tiempos, sino también porque la propia Gran Bretaña se había abandonado a un afán de seguridad y comodidad. Sin embargo, señala dos excepciones a este repliegue: las Malvinas y Gibraltar; ambas colonias mantenidas en países hispánicos con incomprensible obstinación. Marías indica que desaparecido el imperio ya no cumplen ninguna función de seguridad. Se trata de una mera autoafirmación que no deja de representar “una herida, un agravio a dos grandes países civilizados, occidentales, amigos de Gran Bretaña.” (Ibídem, 262) Además, repudiaba el uso desmedido de la violencia por parte británica.

“Ahora otro golpe de sorpresa de las fuerzas militares argentinas, sin un solo herido británico, ha vuelto a poner las islas bajo la autoridad de Buenos Aires. Tengo extraordinaria repugnancia al uso de la violencia, por limitada que sea, y encuentro dudosa la oportunidad de esa ocupación, aunque comprendo muy bien que la paciencia tenga límites, y que 149 años de reclamaciones desoídas sistemáticamente pueden agotarla. (...)

¿Qué ha ocurrido después? La Gran Bretaña se ha lanzado sin más al uso de la violencia extrema, multiplicando por diez mil la que contra ella se había ejercido. Siempre he tenido una profunda admiración por Inglaterra, país en tantas cosas egregio (...); pero tengo que confesar mi profunda decepción en estos momentos. Es penoso ver a una grande e ilustre nación sin contención ni mesura, con bravatas extemporáneas, con expresiones de desprecio histórico (o tal vez étnico), hablando despectivamente de «the Argies» hundidos en el mar por un ataque británico realizado fuera de los límites señalados por la propia potencia que lo ejecuta. Es todavía más penoso advertir una mal disimulada avidez de hacer sangre, de llegar a lo irreparable, de compensar en una ocasión que parece poco peligrosa heridas en el orgullo nacional que se habían soportado cuando detrás de los agraviantes se alzaba la confusa amenaza del único enemigo verdaderamente temido: la Unión Soviética. Una decepción más ha sido la de ver que la Comunidad Económica Europea, tan reticente para apoyar a los Estados Unidos cuando el monstruoso secuestro de su embajada en el Irán, se ha apresurado a tomar contra la Argentina, sin examen de sus razones, las sanciones que entonces se negó a adoptar. Y puede agregarse una decepción más: la de la N.A.T.O. (...), tomar partido a favor de la Gran Bretaña a propósito de una pequeña colonia –cuando la descolonización es imperativa según los tratados internacionales- obtenida por la fuerza y situada en el extremo del Atlántico Sur, lejos de la zona de su competencia.

¿Será esto solamente? Es bien conocida mi admiración por los Estados Unidos (...) Pero ahora tengo que reconocer mi decepción. Después de haber hecho un admirable esfuerzo para salvar la paz, cuando parecía que los Estados Unidos intentaban mantener su doble vinculación (...), al romperse abiertamente las hostilidades han tomado partido por Inglaterra, con olvido: de la justificación histórica; de la perenne oposición al colonialismo; de la solidaridad con los pueblos americanos.” (Ibídem, 269-270)

Julián Marías también se lamentaba de la tibieza de las autoridades españolas. Hay que señalar que sufriendo un proceso colonizador similar con el caso de Gibraltar (ambas colonias forman parte de la lista de territorios no autónomos supervisados por el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas) el representante español en el Consejo de Seguridad de la ONU votó en blanco a la resolución que pedía la retirada argentina del archipiélago.

En aquellos momentos se esgrimió en contra de la Argentina el hecho de que estuviese regida por una dictadura. Lo cierto es que Margaret Thatcher declaró que con el tiempo aquellas islas alcanzarían la independencia (Marías recordaría que su población, 1.800 habitantes, era menor que la de un moderno edificio); además la gobernante británica afirmó que nunca se cederían a la Argentina. Es decir, que el régimen político era indiferente y la vía diplomática había sido desde el principio una farsa.

Hemos hecho referencia a la democratización de la Argentina desde poco después de aquella guerra. Pues bien, desde entonces el Reino Unido no sólo no ha accedido a hacer concesión territorial alguna, sino que ha incrementado sus reivindicaciones territoriales marítimas. Además, ha querido imponer un representante malvino en las negociaciones anglo-argentinas, con la pretensión de que tuviese el mismo peso que un estado soberano como la Argentina. Asimismo ha concediendo a los escasísimos habitantes de las islas (de origen exclusivamente británico) la facultad de decidir sobre el futuro de dicho territorio; cosa que no hizo, por ejemplo, con los habitantes de Hong Kong, principalmente de origen chino y que en su mayor parte se oponían a integrarse en una China sometida a la dictadura comunista más grande del planeta.

No podemos evitar mencionar la penosa claudicación del gobierno español en la cuestión colonial, ya que a finales de 2004 accedió a la creación del Foro Tripartito de Diálogo sobre Gibraltar, concediendo al representante gibraltareño el mismo estatus que a España. Aunque todavía produce mayor estupor un hecho como el de la apertura del Instituto Cervantes en el Peñón en 2009. Se trata de una institución dependiente del Gobierno cuya misión es la difusión de la cultura y el idioma español ¡en el extranjero!

Pero volviendo a Julián Marías. Hay que decir que el tiempo le ha dado la razón. La no devolución de las Malvinas a la soberanía argentina nada ha tenido que ver con el régimen político del país sudamericano. El recurso a la fuerza por parte del gobierno argentino fue inadecuado; la respuesta británica, desproporcionada y salvaje (posteriormente se ha sabido que llegaron al extremo de enviar armamento nuclear). Además, se puso en evidencia la falta de cohesión real de los países hispánicos, así como el escaso peso mediático de los mismos frente a una cultura anglosajona dominante.

Una vez más la voz del filósofo resonó prácticamente solitaria en el panorama intelectual. Incluso algunas personalidades argentinas del mundo de la cultura fueron incapaces de comprender las verdaderas dimensiones de lo acaecido, quedando atrapadas en una autocrítica acomplejada y sin matices.

Julián Marías, permaneció fiel. Fiel a la verdad y a la justicia, fiel al proyecto hispánico y al núcleo auténtico de la vocación europea, y fiel a la Argentina de su corazón que un día lo cautivó con un amor al que no renunció jamás.

La lección que me dio mi hija


Fue anoche. Mi hija pequeña se estaba tomando de postre un actimel y me pidió que le hiciera un muñequito con la tapa. A menudo, cuando toman yogurt de cristal, les hago figurillas con el cierre, pero esta vez el reto era excesivo. La conversación discurrió del siguiente modo:

- Papá, hazme un hombrecito.
- No puedo porque es pequeña.
- Pues hazme un hombrecito pequeño.
- Es que la tapa es demasiado pequeña.
- Entonces, hazme un hombrecito demasiado pequeño.
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Aquí ya me derrotó. Su "argumento" era inconstestable. Me la hubiera comido a besos, aunque con el catarro que arrastro no pude darle ni uno. De modo que me puse manos a la obra y conseguí hacerle el muñequito demasiado pequeño. He de confesar que incluso quedó mejor que otras veces que lo he hecho con la tapa del yogurt.
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La actitud de la chiquitina de la casa me ha hecho recapacitar. Cuántas veces dejo de hacer algo bueno porque es demasiado pequeño. ¿Para qué voy a darle una moneda a ese indigente si es demasiado poco y no le va a arreglar la vida? ¿Para qué me voy a parar a saludar a aquella persona si tengo tan poco tiempo? ¿Para qué le voy a contar lo que me ha sucedido si es tan poco importante? ¿Para qué voy a llamar a mi amigo, a mis padres, a aquel compañero si tengo tan poco que contarles? ¿Para qué le voy a comprar esta sorpresa a mi mujer si es tan poca cosa? La raposilla de la familia tenía la respuesta: si lo que puedes hacer es demasiado poco, ponte en marcha y ¡haz ese demasiado poco!

miércoles, 13 de octubre de 2010

La educación ha muerto. ¡Viva el súperhombre!


Derogamos todas las leyes. Demolimos todos los templos. Íbamos a crear el reino de la libertad. Decidimos que por principio nadie sería más sabio que nadie. La voz del anciano fue silenciada. Los eslóganes sustituyeron a las razones y el impulso espontáneo al esfuerzo continuado. No habría más verdad que la de nuestros apetitos. Seríamos pájaros sin límites ni temores.

Entonces dejamos el camino expedito a nuestros demonios. Ya sólo una ley imperó, la del más fuerte. El débil, el diferente o el que sobresalía en la virtud eran aplastados. Sólo el sometimiento a la manada permitía sobrevivir y esta era gobernada por los más brutales, los más crueles.

No fuimos aves, sino chacales. El saber acumulado fue pulverizado y nuestros mayores, después de elogiar nuestras miserias, acabaron por crear normas para ponerse a salvo, pues temieron perecer devorados.

No creían en nada, luego nada podían enseñar...

domingo, 10 de octubre de 2010

De la "ciencia al servicio del hombre" al "hombre al servicio de la ciencia"


Un hombre sonriente agita rítmicamente a una niña desnuda; la alza sobre su cabeza para a continuación estirar los brazos hacia adelante como si la fuera a empujar con fuerza en un columpio imaginario. El hombre, ataviado con una bata blanca, repite una y otra vez la acción mientras la niña llora y grita desesperada mostrando en su rostro la expresión más acabada del terror.

En la siguiente escena el mismo individuo encoge y estira vigorosamente el cuerpo de la niña, que tendrá unos dos añitos, como si se tratara de un acordeón. Ahora la toma es más cercada y se aprecia con mayor nitidez la faz aterrorizada y dolorida de la pequeña.

Ella no sabe por qué le hacen eso. Ante una cámara, desnuda, vejada, le causan daño fríamente como si fuera un objeto inanimado. La criatura puede comprender lo que transmite una caricia, o un beso, o un grito en caso de obrar mal, pero aquel aquelarre cientifista y álgido le resulta ininteligiblemente dañino. Su torturador ni siquiera muestra ira, sino más bien una absoluta indiferencia hacia ella.

En realidad el médico siente que está realizando un acto científico. Pone su granito de arena en el progreso de la humanidad. De aquellos experimentos, que han llegado hasta nuestros días grabados por una cámara, cree que se obtendrán conocimientos que redundarán en el avance de la ciencia. La niña es judía, de modo que no posee la condición humana. Apenas no se trata más que de una cobaya antropomorfa.

Ahora la imagen es distinta. Un varón de cerca de setenta años está a punto de ser ahorcado. Luce una cuidada perilla y tiene las manos atadas por delante. Es el médico de un campo de concentración que ha sido condenado por los aliados. Entre otras prácticas, se ha dedicado a inocular la malaria a muchos presos del campo en el que “trabaja”. Se justifica diciendo que de todos modos iban a morir. Así, al menos, sus investigaciones podrían salvar otras vidas. Es considerado un criminal de guerra y ajusticiado.

Estas imágenes y otras similares se grabaron en Europa central en los años cuarenta y han sido retransmitidas por la 2 de TVE en la madrugada del nueve al diez de octubre, dentro del programa Documentos TV. Cuando escribo estas líneas todavía no me he acostado pues su impacto sobre mí ha sido demasiado grande.

Hoy ese horror frío, aséptico, inhumano, adquiere nuevas formas, aunque se nutra de los mismos principios. Se experimenta con embriones humanos vivos porque “total, ya están condenados”. Se los mantiene congelados a miles, a millones. Pero son sólo células con un “código genético humano completo”.

En España el PP aprobó una ley en 2003 que permitía experimentar con los embriones congelados, restringiendo su nueva “producción”. Entonces se calculaba que había unos 200.000 bebés “hibernados”. Una nueva reforma legal, impulsada por el PSOE en 2006 suprimía cualquier límite a su “producción”, con lo cual el número de embriones en las cámaras frigoríficas se ha disparado hasta cifras insospechadas.

Mengele, médico en Auschwitz apodado el ángel de la muerte, escribía excitado a un antiguo profesor contándole que por vez primera había contemplado un estómago funcionando en un hombre vivo. Es el éxtasis del científico bárbaro; el mismo de quien “fabrica” vida, la altera y la disecciona. Es la sublimación de averno, el hombre como rata de laboratorio o como ojo que se deleita en el vaciamiento de lo humano. Es la muerte del alma, el signo maldito de nuestro tiempo.

jueves, 7 de octubre de 2010

Buscando cómplices


Todo criminal busca la complicidad de los demás, y cuantos más sean, mejor. Este sencillo axioma se cumple de manera sistemática desde que Eva, después de hincarle el diente a la manzana, le dijera a Adán aquello de: “Churri, si total por un mordisquito”.

A este respecto hay un episodio de la vida de Sócrates que me parece especialmente ilustrativo. Derrotada por Esparta, Atenas se veía sometida a la dictadura de los treinta tiranos. Los susodichos dada su ínfima popularidad y para mantenerse en el poder se apoyaban en la guarnición espartana que controlaba la polis.

Para poder pagar a esta guarnición, los treinta tiranos tomaron una medida fiscal bastante contundente: los comerciantes que no fueran ciudadanos atenienses eran condenados a muerte y sus bienes quedaban expropiados. La sangre regaba las calles y no era cuestión de que sólo les manchara a ellos, así que obligaron a que los habitantes de Atenas se convirtieran en policías los unos de los otros.

Así fue como Sócrates y cuatro ciudadanos más fueron convocados por los tiranos y obligados a que detuvieran al comerciante León en salamino para ser ejecutado. Sócrates, en vez de obedecer, se dio media vuelta y se marchó a su casa. Los otros cuatro, para desgracia de León, sí cumplieron. A Sócrates lo salvó que al poco cayó el régimen tiránico, proclamándose la democracia. Por paradojas de la vida, sería esa misma democracia la que lo condenaría a muerte. Pero ese es otro tema. El caso es que el hombre malvado se siente más justificado en la medida en que arrastra a los demás al mal.

Y toda esta explicación la traigo a colación porque estos días ha saltado la noticia de que el Consejo de Europa pretende restringir la objeción de conciencia de los médicos con respecto a la realización de abortos. En lo que respecta a las enfermeras, asistentes y farmacéuticos, directamente se les niega la posibilidad de objetar. Es decir, no sólo no se conforman con que haya salvajes encorbatados que por un puñado de euros descuarticen niños y niñas a destajo, sino que pretenden que la sangre de los pequeños cadáveres pueda salpicar al mayor número posible.

Los treinta tiranos se pueden incorporar ahora a una asamblea mayor. Todo un timbre de gloria que se sumaría a las páginas más negras de la historia europea.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Una tarde mágica


Domingo, tarde lluviosa, voy al cine en la mejor de las compañías: mi mujer y cuatro niñas de entre tres y cinco años. "¿Y las palomitas?", pregunta una relamiéndose. Me hago con dos auténticos cuencos de palomitas para que compartan. Luego vendrán las consecuencias, se dejarán los bocadillos comprados al acabar la película y cumpliré con mi papel de pez escoba (ni una miga en la bandeja y yo con un kilo de más).

Se apagan las luces y empieza la magia. La campiña, hadas, una niña con un padre biólogo, y a partir de ahí un montón de aventuras. Toda una delicia. Las cuatro ninfas que hay a mi lado son literalmente absorbidas por la pantalla. Es una película preciosa, sin guiños para adultos. ¿Por qué esa manía actual de que todas las películas infantiles tengan que lanzar gracietas para los mayores? Durante una hora y media yo también soy un niño. Me río, me asusto, me emociono y soy feliz al ver la cara embelesada de mis acompañantes.
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No deja de sorprenderme la genialidad de guionistas, dibujantes y demás partícipes a la hora de meterse en la piel de un niño. La inocencia aun existe, hay esperanza. No todo el mundo quiere robar la infancia a los niños.

Un consejo para los papás, no dejen de ir a ver "Campanilla y el gran rescate" con sus hijos. Si siguen mi consejo, no se arrepentirán.