Correo electrónico

BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

domingo, 28 de noviembre de 2010

Carta a Cyrano de Bergerac


Querido Cyrano:

Anoche estuve contigo, y tu compañía me salvó, una vez más, de caer en el hastío y el pesimismo. Oírte hablar, gustar tus versos, constatar tu valor; ¡qué grandes gestos!

Por unos instantes tu presencia acalló los graznidos de los que gobiernan, dictaminan, se encaraman en sus puestos; pregonan en sus estrados, y se glorian de lo abyecto.

Cómo palpitaban tus palabras en mi pecho, ensanchado por tu aliento, con un punto de estremecimiento.

Hoy quisiera hacerme eco de aquellos vigorosos versos donde rehusas prebendas, mercedes, riquezas, premios.

Bien pudieran esculpirlas en recias letras de acero, como reproche a mi tiempo, como brújula y deseo de que sirvan a los hombres y sonrojen a los necios:

"¿Y qué tengo que hacer?
¿Buscarme un valedor poderoso, un buen amo, y al igual que la hiedra, que se enrosca en un ramo buscando en casa ajena protección y refuerzo, trepar con artimañas, en vez de con esfuerzo?

No, gracias.

¿Ser esclavo, como tantos lo son, de algún hombre importante? ¿Servirle de bufón con la vil pretensión de que algún verso mío dibuje una sonrisa en su rostro sombrío?

No, gracias.

¿O tragarme cada mañana un sapo, llevar el pecho hundido, la ropa hecha un harapo de tanto arrodillarme con aire servicial?
¿Sobrevivir a expensas de mi espina dorsal?

No, gracias.

¿Ser como ésos que veis a Dios rogando –oh, hipócritas malditos– y el mazo dando? ¿Y que, con la esperanza de alguna sinecura, atufan con incienso a quien se les procura?

No gracias.

¿Arrastrarme de salón en salón hasta verme perdido en mi propia ambición? ¿O navegar con remos hechos de madrigales y, por viento, el suspiro de doncellas banales?

No gracias.

¿Publicar poniendo yo el dinero de mi propio bolsillo?

Muchas gracias, no quiero.

¿Hacerme nombrar papa en esas chirigotas que en los cafés celebran, reunidos, los idiotas?

No gracias.

¿Desvivirme para forjarme un nombre que tenga el endiosado lo que no tiene de hombre?

No, gracias.

¿Afiliarme a un club de marionetas? ¿Querer a toda costa salir en las gacetas? ¿Y decirme a mí mismo: no hay nada que me importe con tal de que mi ingenio se cotice en la Corte?

No, gracias.

¿Ser miedoso? ¿Calculador? ¿Cobarde? ¿Tener con mil visitas ocupada la tarde? ¿Utilizar mi pluma para escribir falacias?

No gracias, compañero.
La respuesta es: no gracias.

Cantar, soñar, en cambio. Estar solo, ser libre.
Que mis ojos destellen y mi garganta vibre.
Ponerme, si me place, el sombrero al revés,
batirme por capricho o hacer un entremés.

Trabajar sin afán de gloria o de fortuna.
Imaginar que marcho a conquistar la Luna.

No escribir nunca nada que no rime conmigo y
decirme, modesto:
ah, mi pequeño amigo, que te basten las hojas, las flores
y las frutas, siempre que en tu jardín sea donde las recojas.

Y si por suerte un día logras la gloria así,
no habrás de darle al César lo que
él no te dio a ti.

Que a tu mérito debas tu ventura, no a medra,
y en resumen, que haciendo lo que no hace la hiedra,
aun cuando te faltare la robustez del roble,
lo que pierdas de grande, no te falte de noble."
Gracias por este credo, Cyrano. Por siempre te sean dadas.
Rafael

jueves, 25 de noviembre de 2010

DIÁLOGOS PEQUETÓNICOS: EL BANQUETE (bueno, más bien "El Desayuno")




Una nariz chata, 2 coletas, 16 kilogramos, 7:40 de la mañana. Ante ella el vaso con zumo de naranja reposa todavía intacto. Deja de enredar con los cereales que hay sobre la mesa y me mira muy atenta:

- Papá, ¿quién es más importante: Dios, las personas o la comida?

Me tomo un par de segundos para valorar bien la respuesta. Finamente, arranco:

- El más importante es Dios.
- ¿Y después?
- Las personas.
- ¿Y luego?
- La comida.

Todavía no me he dado cuenta de que estas preguntas no son sino el principio de una construcción argumental.

- Papá, entonces ¿quién manda más, Dios o las personas?
- Pues Dios.

Me ha llevado al terreno que ella quería. El pequeño predador verbal siente que su adormecida presa está a su alcance y se lanza como un relámpago sin dejar entrever el menor atisbo de duda.

- ¡Lo ves! ¡Entonces nosotras no os tenemos que hacer ningún caso!

Es más que una afirmación; es un grito de júbilo.

No puedo evitar estallar en una carcajada. Es la derrota más divertida que he sufrido en mucho tiempo. Lo sé, ha usado un argumento falaz. ¡Pero es que tiene tres años, qué caramba!

Ni el suceso está a la altura del Gorgias de Platón, ni la pequeña sofista que se alza victoriosa frente a su zumo es Protágoras, ni por supuesto un servidor le llega a Sócrates a la altura de las sandalias (entre otras cosas porque solía ir descalzo), pero si la cosa sigue así, los diálogos de sobremesa prometen. Ya lo creo que prometen...

Papelitos

"Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito:

. «El Espíritu...»

Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles...
"



Escenario 1: Un político sale a la tribuna, saca un papelito del bolsillo y se pone a leer su respuesta al anterior ponente.

Escenario 2: El obispo se acerca al atril y comienza a leer la homilía que ha preparado minuciosamente proveyéndola de abundantes citas y referencias.

Escenario 3: El afamado escritor comienza la presentación de un programa de televisión declamando lo que le chivan por un “pinganillo” dispuesto en su oído. El texto lo ha redactado días antes volcando en él todas sus dotes literarias.

Situación de los oyentes en los escenarios 1, 2 y 3: Pérdida de interés, dificultad en seguir el hilo argumental, aburrimiento, aburrimiento, aburrimiento...





Señores políticos, obispos y oradores en general, vamos a ver si nos enteramos. No es lo mismo el lenguaje hablado que el escrito. Un texto literario está concebido para ser leído, y su exposición hablada dificulta su inteligibilidad. Cuántas veces sucede que alguien se topa con un escrito interesante y se decide a leérnoslo en voz alta, pero a poca complejidad que tenga, se nos hace tan trabajoso seguirlo que preferimos que nos lo dé y leerlo nosotros mismos.

Además, salvo que uno se llame Constantino Romero, la calidad en la dicción que hay que tener para que un texto leído en voz alta sea atractivo raya en lo imposible.

Por favor, limiten sus pretensiones de precisión y brillantez, y sean considerados con su audiencia. Llega mucho más un discurso sentido y expuesto con cierta espontaneidad (que paradójicamente puede estar muy preparado) que la escucha de una perorata leída. No puedo imaginar a Cicerón leyendo sus discursos, ni a Jesús conmoviendo a sus seguidores mientras leía en alta voz las parábolas.

No nos lean, que eso sabemos hacerlo solitos. ¡Háblennos!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los amos del tiempo


Roma ha sido una de las construcciones políticas más longevas. Desde su fundación en 753 a.C. hasta la caída del imperio en 476 d.C. transcurrieron 1.226 años.

El Imperio Turco abarca desde 1.299 hasta 1.923, en total 624 años.

Los primeros textos escritos de los que tenemos constancia, se realizaron en Mesopotamia en el 3.500 a.C. En esa época el Sahara era un vergel poblado de animales, como muestran los restos arqueológicos y las pinturas rupestres.

En torno al 6.500 a.C. se formó el Canal de la Mancha que separa las islas Británicas y el continente europeo.

10.000 años a.C. el centro de Francia era volcánico.


Hoy generamos residuos nucleares provistos de plutonio-239, isótopo empleado para la fabricación de bombas nucleares que no existe en la naturaleza. Es altamente tóxico (se estima que un solo gramo podría provocar el cáncer a un millón de personas). Su emisión radioactiva tiene una duración de... 250.000 años.

Es nuestro regalo para las próximas 16.666 generaciones (siguiendo el cómputo generacional de Ortega y Gasset), que van a poder jugar una tras otra a la ruleta rusa nuclear.
Somos los listos de la historia. Somos los amos del tiempo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

"La libertad es la esclavitud"



Hay muchas novelas literariamente mejores, pero pocas son tan certeras a la hora de describir los resortes del totalitarismo. Me refiero a 1984, de George Orwell.

En el libro se narran los avatares de un hombre llamado Winston que viviendo dentro de un sistema totalitario busca disponer de un resto de vida personal y auténtica.

Lo más llamativo es que los mecanismos totalitarios que operan en ese mundo de ficción nos son familiares, y no sólo porque los descubramos en los regímenes oficialmente dictatoriales, sino porque los vemos desplegarse dentro sociedades democráticas como la nuestra.

Aquí recojo algunos fragmentos de la citada obra, y que cada cual juzgue:

“Si el partido podía alargar la mano hacia el pasado y decir que este o aquel acontecimiento nunca había ocurrido, esto resultaba mucho más horrible que la tortura y la muerte (...)

Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad. «El que controla el pasado –decía el slogan del Partido-, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado»...

Winston dejó caer los brazos de sus costados y volvió a llenar de aire sus pulmones. Su mente se deslizó por el laberíntico mundo del doblepensar. Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y no obstante recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesita y luego olvidarlo de nuevo; y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo.



(O´Brien) – Entonces, ¿dónde existe el pasado?
(Winston) - En los documentos. Está escrito.
- En los documentos... Y, ¿dónde más?
- En la mente. En la memoria de los hombres.
- En la memoria. Muy bien. Pues nosotros, el Partido, controlamos todos los documentos y controlamos todas la memorias. De manera que controlamos el pasado, ¿no es así?



El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace una revolución para establecer una dictadura.



¿No comprendes, Winston, que el individuo es sólo una célula?



- Si tú eres un hombre, Winston, es que eres el último. Tu especie se ha extinguido; nosotros somos los herederos. ¿Te das cuenta de que estás solo? Te encuentras fuera de la historia, no existes.



La cordura era cuestión de estadística. Sólo había que aprender a pensar como ellos pensaban (...)

¡Qué fácil era todo! Rendirse, y lo demás venía por sí solo. Era como andar contracorriente y que le echaran a uno hacia atrás por mucho que luchara contra ella, y luego, de pronto, se decidiera uno a volverse y nadar a favor de la corriente. Nada había cambiado sino la propia actitud.”


jueves, 18 de noviembre de 2010

Cuando el crimen prospera... porque preferimos no ver



El médico extrae el líquido amniótico en el que durante más de seis meses ha vivido y crecido plácidamente la pequeña niña. A continuación, con la desenvoltura que da el oficio, inyecta en su lugar la solución salina que provocará la muerte de la criatura en el plazo de 12 horas. La agonía quedará oculta en el vientre materno, de modo que nadie contemplará el proceso abrasivo que se acaba de iniciar. Al envenenamiento acompañará la deshidratación y la hemorragia cerebral, y después un parto prematuro en el que asomará... sólo un cadáver.



¿Cómo ha podido realizar un acto semejante? El médico prefiere no entrar en disquisiciones. La ley está de su parte, y punto.

¿De qué ley estamos hablando? ¿La de 1985?, ¿o tal vez la de 2010? Para el caso, tanto da, ambas le han permitido realizar su lucrativo "trabajo" de exterminador desde hace décadas.

El ritual se viene repitiendo incesantemente y de forma creciente, con la trituradora descuartizando cada vez más cuerpecillos. El color del partido político en el gobierno ha sido totalmente indiferente y, por lo que anuncian los propios candidatos, más allá de sus elusivas florituras verbales, ninguno tiene intención de detener la macabra rutina.

Y aquí una gráfica con cantidades (provistas de muchos ceros) en la que se recoge el número de abortos reconocidos en España entre 1991 y 2002 (tradúzcase cada una de las "unidades" a "niños/as"):

Por cierto, las cifras oficiales superan desde 2006 los 100.000 abortos anuales.

¡No son simples números, son niños! ¡Niños, sí, niños! Y no hay proyecto político que pueda justificar la aniquilación de uno solo de ellos. Son vidas únicas e irrecuperables.

Desde este momento debes tener algo muy claro: nadie, repito, nadie, va a venir desde arriba a parar esto.

¡Sí a la vida! ¡Sí a la protección de la infancia! Tú y yo somos la única esperanza.

Epidemia de huérfanos



Carlos fue compañero mío de clase desde los seis años. Tenía un hermano y una hermana y eran huérfanos de padre. Nunca hablábamos de eso porque, aunque niños, todos comprendíamos que era una cuestión muy sensible; una privación que el destino había impuesto a sus vidas.

A Ricardo lo conocí bastantes años después; algo más joven que yo, compartía con Carlos la temprana orfandad paterna. Todavía cuando nombra a su progenitor lo hace con respeto, cariño y manifiesta admiración. Pese a su ausencia, tienen en su vida un modelo de conducta.

Hoy nuestra sociedad se ha llenado de huérfanos. Con una orfandad adulterada, como tantas otras realidades que nos acompañan, pero orfandad al fin y al cabo. Matrimonios y sucedáneos se rompen por doquier para reagruparse en distintas parejas que pueden quebrarse nuevamente y pasar a formar nuevas combinaciones. No es extraño que los niños queden de facto huérfanos, aunque teóricamente cuenten con multitud de “padres” y “madres” con los que pueden tener algún tipo de trato.

A esto hay que añadir las llamadas “familias monoparentales” en las cuales, por ejemplo, una mujer queda embarazada intencionadamente sin el menor propósito de darle un padre a su hijo. Aquí no hay una orfandad sobrevenida e indeseada, sino buscada y desprovista en origen del menor referente paterno. Esto, en vez de presentarse como una carencia, se muestra como una opción tan deseable como otra cualquiera.

Sin duda las víctimas principales de todo ello son los niños, desposeídos de su padre o su madre y carentes con frecuencia del referente personal que deberían tener en sus progenitores.

La demolición afectiva es brutal y su propagación se ha convertido en una auténtica epidemia.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La Ferroniere o el renacimiento inmarcesible


Eres un enigma, bello, inagotable. Eternamente joven, tu imagen atraviesa el tiempo dejando una estela de fascinación. ¿Qué miraban tus ojos? ¿Qué pensamientos albergaba tu corazón? Hay quien dice que tuviste una vida penosa y breve, entre sedas, deslealtades y cortesanos. Pudo ser, pero hasta nosotros sólo ha llegado un instante de turbador y luminoso esplendor. El drama y la hermosura, la lozanía y lo efímero, el lienzo y la vida; eres una radiante encarnación descarnada, una incógnita seductora e irresoluble; eres la bella Ferroniere.

lunes, 15 de noviembre de 2010

... quien os mate creerá que da culto a Dios...


Ayer, echando un vistazo a los blogs que sigo, me topé con un escrito especialmente conmovedor. Se encontraba en el fantástico blog Siete en familia y se titulaba: Me lleno de vergüenza. En él se exponía la situación de tantos cristianos en países de mayoría musulmana, y prestaba especial atención al caso de Irak.

Hoy en La Razón aparece otro artículo de una madre de familia paquistaní condenada a la horca bajo la acusación de blasfemar contra Mahoma.

Está claro que las palabras de Jesús no las dirigía sólo a sus seguidores de los primeros siglos, sino que poseen una actualidad plena:

"Os echarán de las Sinagogas. Y se acerca la hora en la que quien os mate creerá que da culto a Dios. Os harán esto, porque no conocieron a mi Padre ni a Mí. Pero yo os lo digo, para que cuando llegue el momento, os acordeis que ya os lo había anunciado (...) En el mundo tendreis tribulaciones; pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn. 16:2-33)
En otro escrito de este blog ofrecía el testimonio de un sacerdote egipcio, al que tuve la oportunidad de conocer. Hoy traigo aquí dos enlaces respecto lo que está pasando en Irak, el segundo de ellos es el que mostraba ayer Siete en familia. Espero que sean de vuestro interés:

1. Dios llora - Testimonio de la persecución de los cristianos en Irak

2. ¿Quiénes somos, nosotros cristianos de Irak?

(La foto que encabeza esta entrada muestra el "castigo" infligido a un cristiano en Argel)

Los políticos dan la talla (menguante)



Próximas elecciones en Cataluña. Campaña electoral con ecos nacionales. Hablan los políticos. ¿Hablan? A menudo escupen frases mientras un auditorio incondicional agita banderitas. ¿De dónde sale esa gente?, me pregunto perplejo mientras escucho cómo ríen la última sandez que se le ha ocurrido al orador de turno.

Nadie pide la encarnación de Cicerón, pero de ahí a expresar ideas propias de un alumno rezagado de la ESO va una distancia notable.

Es cierto que no todos se expresan de igual modo, pero el nivel general produce consternación. ¡Qué pena!, de verdad, ¡qué pena! Parece que todo vale siempre que dé réditos electorales. Luego llegará el día de la votación y repetirán la cantinela: “Es la fiesta de la democracia”. Pues si es así, hace días que nos la habéis amargado.

martes, 9 de noviembre de 2010

La Estrella Peregrina



La primera vez que vi “La Estrella Peregrina” en el estante de una librería, me llamó la atención su portada, pero al leer la reseña del reverso he de confesar que se desvaneció mi interés inicial:
En el Año Mil, tras el fallecimiento de su marido, la condesa de Conquereuil emprende peregrinación a Santiago de Compostela desde la Bretaña francesa, para postrarse ante el Apóstol, recibir la indulgencia y pedirle que haga crecer a su hija pequeña, que es enana y que, a causa de su deformidad, ha sido rechazada por las gentes y hasta por su propio padre, pues la han creído endemoniada.

Sale al camino con un séquito de 200 servidores…

Ninguna gesta histórica, ningún misterio, ningún gran héroe, el horizonte de una narración transcurriendo siempre en el mismo recorrido… Sí, lo reconozco, estoy afectado por los mismos gustos y prejuicios que el lector-tipo de mi época. Así que decidí ignorarlo.

Un mes más tarde, por circunstancias que no vienen al caso, aquel libro volvió a llamar mi atención. Era bastante grueso -561 páginas-. ¿Y si no me gustaba? ¡Pero quién dijo miedo! Tomé un ejemplar y me fui a caja para dar algo a ganar a la tienda, a la editorial, a los publicanos de la SGAE, y si quedaba algo, a la autora, quien después de haber cobrado todo hijo de vecino recibiría un diezmo de los réditos de su obra, como los pobres de la Biblia.

Tan pronto empecé a leer, emergió ante mí una historia llena de humanidad. Sus personajes adquirían verdadero relieve. Estaban dotados de una serie de inquietudes, flaquezas y anhelos comprensibles para todo hombre, pero a la par se incardinaban perfectamente en la Europa medieval en que discurre la narración. Cabe añadir que la crónica (pues este el estilo literario empleado) está salpicada de destellos de humor cervantino que en más de una ocasión me han llevado a reír a carcajada limpia.

El drama -drama, que no tragedia- es perfectamente verosímil, entrelazándose magistralmente los elementos que configuran la vida humana: azar, proyectos, creencias, cruce de trayectorias vitales, etcétera.

Una de las mayores virtudes de esta obra es su naturalidad y la falta de concesiones a lo políticamente correcto. Quien quiera encontrar una bucólica armonía de las tres religiones, una crítica implacable al sistema patriarcal de sometimiento histórico de la mujer, una exaltación de la lucha de clases o un democratismo atemporal, se va a llevar un chasco. Aquí lo que cuenta son una serie de historias humanas en un marco histórico concreto, tal cual más o menos pudo ser.

Ángeles de Irisarri nos ofrece el retrato de un tiempo sin edulcorar ni satanizar, deleitándose en la mera realidad provista de bondades e imperfecciones, y no por ello menos respetable. Las cosas fueron como fueron, no como nos gustaría o nos convendría que hubieran sido, y el conocimiento de esa época es lo que permite a la autora transitar por ella con absoluta confianza, sin necesidad de adjetivar ni dejarse arrastrar por maniqueísmos.

Así, en “La Estrella Peregrina” las mujeres gozan de un notable protagonismo. No son unos fantasmas de la historia, sino parte imprescindible de ella. Por ello sin su presencia el mundo resultaría ininteligible. Es más, para realizar su función no se ven en la necesidad de actuar masculinamente, sino que desde su propia condición femenina, obran, deciden, intervienen, comparten, gobiernan, obedecen, aciertan y yerran.

Es por tanto un mundo de hombres y mujeres. Con reyes que acuden a combatir al moro, y reinas que se hacen cargo del reino en su ausencia. Con niños que heredan coronas, y madres que actúan de regentes. Con abades que administran monasterios, y abadesas que gobiernan sus tierras. Con mercaderes que venden sus productos, y camareras que atienden a sus señoras. Con guerreros que reclaman sus soldadas y posaderas que hacen negocio alquilando habitaciones. Todos en trato constante, cada uno desde su función social, pero teniendo en cuenta el papel que el otro desempeña.

Otro elemento importante es la descripción de la Hispania del año mil (todavía circunscrita al norte peninsular). Los reinos cristianos están permanentemente amenazados. Almanzor está arrasando sus ciudades más importantes: Zamora, Salamanca, Burgos, el mismísimo Santiago de Compostela. Hispania toda es tierra de frontera, y eso implica precariedad y peligros permanentes. El Islam no es sólo otra religión o una cultura diferente, sino una amenaza real que enfrenta una concepción total del mundo y lo hace por las armas. La pervivencia de los enclaves cristianos no está clara. Cada palmo ganado a los moros con el esfuerzo de varios años se pude perder en una sola jornada.

La vida es insegura. Los caminos son dificultosos, hay bandidos, leprosos, lobos, el medio de transporte más lujoso es la grupa de un caballo; pero se cuenta con todo ello.

El orden es estamental y está bien asentado, dentro del marco de su tiempo, lo que no representa necesariamente una tiranía. Por ejemplo la protagonista, la condesa de Conquereuil, a la par de estar investida de poder sobre sus vasallos, tiene el deber de velar por su bien. De hecho demandan de ella que imparta justicia, que les consiga hospedaje y manutención, o que les pague lo debido. Desde luego no es una democracia ni hay un igualitarismo legal, pero eso no significa que todo se deje al capricho de los que gobiernan, sino que cada uno se ha de someter a una serie de normas vinculadas a su posición social. Por otra parte también los nobles mantienen una relación de vasallaje con otros nobles o reyes.

Y por último señalar lo más importante: los propios personajes y sus vicisitudes. La historia en sí, vamos. Como ya he adelantado, está cargada de humanidad, de frescura.

En primer lugar doña Poppa, condesa de Conquereuil, bella, generosa (rayando en lo pródigo), verdaderamente enamorada de su marido a quien pierde de forma inesperada, noble de cuna y de conducta, y por encima de todo, madre. Siempre pensando en sus hijas, la hermosa Mahaut y la menguada Lioneta, por quien está dispuesta a atravesar media Europa hasta Santiago y acabar sus días recluida en un monasterio.

Pero hay más figuras sobresalientes. Como don Morvan, el jefe de la tropa que custodia a la condesa; bravo, leal, de frente por la vida, acostumbrado a mandar y a ser el brazo ejecutor de las órdenes de su señora, aunque a menudo no las comparta. Su carácter queda perfectamente retratado en la escena en que doña Poppa y el grupo de bretones que la acompaña tratan de entrar en una catedral de Santiago rebosante de fieles; unos entrando, otros saliendo, otros durmiendo en el pavimento y estorbando el paso, de modo que “los bretones anduvieron como si pisaran huevos, hasta que don Morvan se hartó o fue que no estaba acostumbrado a ir de tal modo por la vida, sino, muy al contrario, con el camino expedito y mandando, por eso alzó la voz y gritó en franco:
- Pas a madame la comtesse de Conquereuil!
Lo dijo en lengua franca y todos entendieron, se apartaron más y los que estaban durmiendo se levantaron. Entonces los bretones pudieron caminar por la nave central hacia el altar…”

O la buena de doña Crespina, o la servicial doña Gerletta, o el fraile don Walid, o el negro eunuco Abdul, o la singular amazona doña Andregoto, o la reina doña Elvira, o tantos otros personajes que van tejiendo una trama sugestiva y entrañable.

En definitiva, se trata de una obra deleitable, y escrita con el talento preciso como para trasladar al lector a los albores del segundo milenio sin necesidad de artificios ni solemnidades. Muy recomendable.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Conferencia de Francesco de Nigris: "Nacidos para amar (el amor en Julián Marías)"



(Sábado, 30/10/2010) Jamás nos habíamos visto; sin embargo, en distintas ocasiones nos habíamos cruzado correos electrónicos y llamadas acompañadas de largas y sustanciosas conversaciones.

Por fin llegaba la ocasión del contacto cara a cara; de la conversación distendida y cercana. Francesco de Nigris venía a Zaragoza invitado por la Sociedad Aragonesa de Ciencias y Humanidades (SACH). Se trataba del más joven discípulo directo de Julián Marías. Los cinco últimos años de vida del filósofo lo acompañó a diario, disfrutando de una exclusividad impensable apenas unos años antes, cuando la agenda de Marías era un apretado mosaico de conferencias, viajes, artículos, congresos, libros y compromisos mil.
.
Durante este tiempo de convivencia, Francesco no sólo se empapó del pensamiento de Marías, sino que pudo experimentar la filosofía vivida; el trato cotidiano con la persona que engendró un modo de pensamiento y a su vez fue consecuencia de esa forma coherente de aprehensión de la realidad. Nada puede suplir al contacto personal.
.
Hoy podrán existir filósofos platónicos, aristotélicos, tomistas o kantianos, pero no sensu stricto discípulos de Platón, Santo Tomás o Kant, pues estos maestros perecieron siglos ha, y no es posible el intercambio y convivencia con ellos.
.
Recojo a Francesco en la estación de tren y acudimos al lugar del evento. Ya hay gente esperando. Falta media hora pero los seguidores de Marías en Zaragoza tienen hambre de aquella claridad que el autor de España Inteligible imprimía a todas sus palabras. ¿Merecerá la pena la espera?, se debe preguntar más de uno que desconoce quién es De Nigris.
.
Al fin comienza el acto. En primer lugar presento al ponente. Procuro ser breve, pues no han venido a escucharme a mí, sino al joven filósofo italiano que tan pronto comienza su disertación muestra una claridad, lucidez y elevación intelectual absolutamente excepcionales. Las palabras brotan en una armónica sucesión de argumentos que van alumbrando los distintos aspectos que configuran la realidad personal del hombre: libertad, responsabilidad, moral, relación, intimidad, y como vértice de todo ello, nuestra condición amorosa.
.
De vez en cuando observo al público para constatar cómo el ponente ha conseguido cautivarlo. Ninguna palabra es vana. Cada formulación recoge con elegancia y rigor conceptos capaces de clarificar la realidad que nos constituye. Y en este estilo se hace patente el magisterio orteguiano.
.
La exposición se cierra con la propuesta de una teología de inspiración raciovitalista pendiente de desarrollar. Apenas Francesco concluye, el público le ofrenda un aplauso sostenido cargado de gratitud.
.
Las preguntas no se hacen esperar. Hay ansia de conocer más, de entender, de ampliar. Finalmente me veo obligado a dar por concluido el acto impidiendo que la sucesión de preguntas lo prolongue más de lo prudente. Pero el público no quiere marcharse; permanece en pie, en pequeños grupos, tratando de prolongar una jornada memorable. Todos nos sentimos vivificados.
.
Poco a poco conseguimos ir despidiendo a las amables personas que nos han acompañado. Son más de las dos y unos cuantos amigos de la SACH vamos a tener el gusto de invitar a Francesco a una comida ¡italiana! Queremos que se sienta como en casa. Entre pizza y plato de pasta la conversación discurre amena. Todos estamos deseosos de saber más sobre él y su maestro.
.
Francesco va dejando en nosotros una impresión de autenticidad no desprovista de dramatismo. Esta sensación se irá confirmando a lo largo de la tarde, entre cafés y visitas a La Seo y El Pilar.
.
A última hora acudimos a despedirle a la estación de tren el presidente de la SACH, Juan López, y yo mismo. Por la mañana habíamos dado la bienvenida a "un discípulo de Julián Marías"; ahora teníamos que decir adiós a un amigo. Ha sido un día especial con un protagonista especial. Ya sólo nos cabe esperar el reencuentro. Deseamos que sea pronto.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

¡Que viene, que viene, psss, psss...!



Cuando éramos pequeños si algún adulto nos advertía de que se iba a producir un acontecimiento importante, mostrábamos nuestro nerviosismo alborotándonos. Corríamos, gritábamos, saltábamos. Yo no sé si con la próxima visita papal hay quien ha entrado en una fase pueril extrema que le lleva a hacer cosas bastante extrañas, hasta el punto perder el más elemental sentido del ridículo.

En concreto pienso en el hecho de que algunos prohombres de esos a los que se les llena la boca con la libertad de los pueblos, los derechos lingüísticos y el Sursum Corda han advertido al Papa de que tiene que dirigirse a los fieles en catalán o en gallego, según se tercie; que para algo su territorio es un país, un continente, o incluso una galaxia provista de sus propias leyes físicas; ¡ojito! Por supuesto, estas mismas personas si van al pueblo natal del Papa (Marktl, impronunciable para mí) no hablarán en bávaro, básicamente porque lo desconocen. Probablemente tampoco en alemán, por la misma razón, así que apañaditos y gracias si chapurreando en inglés consiguen hacerse entender por los nativos del lugar.

Pero a la hora de exigir. ¡Ah, amigo, a la hora de exigir! El Papa no sólo ha de hablar bien alemán, inglés, francés, español, italiano, latín, griego... sino también el catalán y el gallego (a ser posible con acento de Orense); aunque el cincuenta por ciento de la población de Cataluña y Galicia no lo empleen por mucho que se empeñen los comisarios lingüísticos de los respectivos territorios.

Conste que las dos lenguas me son simpáticas a pesar de los iluminados que las enarbolan como bandera política. Si me agradan es fundamentalmente por las personas brillantes que históricamente las han utilizado, como Alfonso X el Sabio, rey de Castilla, quien glosaba sus poesías en gallego (qué decir de la extraordinaria Rosalía de Castro), mientras el genial filósofo Raimundo Lulio lo hacía en catalán. (Otras geniales figuras también lo hicieron, como Joan Maragall, Eugeni D´Ors, etc.)

Pero a lo que iba, a esas luminarias que advierten al Papa de que se dirija a los fieles en catalán o gallego les importa un comino el cielo al que señala el Santo Padre. Para ellos lo relevante es si lo hace con el dedo índice o con el anular, "porque aquí se hace con el anular, y si no, no lo queremos". Se irá el Papa y seguirán sin haberse enterado de la cúpula celeste que les cobija. ¿Para qué, si su ombligo es el universo?

Por cierto, si acudieran Nelson Mandela, Woody Allen, o Bono de U2, ¿también les exigirían que hablaran en catalán o gallego? Alguno ya ha estado por allí y no he oído nada parecido. Curioso, muy curioso.

El túnel de los horrores


Lo llaman telediario (o informativo) pero bien podrían titularlo "el túnel de los horrores". Tras una noticia macabra surge otra más impactante, pues de causar impacto se trata. Si ya de paso pueden poner alguna imagen sanguinolenta, el éxtasis es completo.
.
Todavía recuerdo, cuando era niño, que al producirse algún asesinato la imagen que mostraba la televisión era la de la silueta de tiza marcada por la policía en el lugar del crimen. Además se guardaba un pudoroso respeto para con el dolor de las familias. (Aunque no se lo crean los periodistas, no todos queremos salir en televisión). Nada de acosarlas, nada de querer "destapar" el suceso ante ellas. Eso ahora suena a chino. Es más, si los familiares y amigos se enteran por los medios de prensa del fallecimiento de un ser querido, las cámaras se precipitarán sobre ellos para mostrar la desgarradora imagen que ha de conmover a la audiencia. Porque la audiencia lo es todo, sí señor.
..
Y como a fuerza de vísceras y llantos la gente se va inmunizando, habrá que buscar cada vez imágenes más espectaculares para que las "cuotas de pantalla" no se vengan abajo.
.
Eso sí, como premio de consolación nos mostrarán la última sofisticación gastronómica tan del gusto de los paladares exquisitos. Entre hígado y cráneo, un sorbete de mandarina a las finas hierbas, por favor.