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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

domingo, 9 de enero de 2011

Lo poco gusta, y lo mucho cansa


Todavía asoma una sonrisa a mis labios cuando recuerdo a aquel humorista disfrazado de Rambo en mitad de una rueda de prensa preguntando con voz arrastrada a Silvester Stalone: “¿Dónde está el coronel Trautman?, ¿y los muchachos?” Era algo novedoso en televisión. Hasta entonces había existido una clara separación entre los espacios de humor, y las presentaciones y entrevistas “serias”.

Más tarde llegó Caiga Quien Caiga. Particularmente los primeros programas fueron simpáticos. Políticos, artistas, periodistas, veían aparecer a un extraño reportero, micrófono en mano, vestido a lo años setenta y con una negras gafas de sol. En muchos casos, tomándolo en serio, procuraban contestar con solemnidad a las preguntas más disparatadas.

Eso fue al principio, porque enseguida se hicieron conocidos y desaparecido el efecto sorpresa, nada volvió a ser igual.

Ahora la fórmula se ha multiplicado por dieciocho mil. En cualquier presentación, gala, rueda de prensa, un tropel de “graciosos” se abalanza sobre los protagonistas para hacerles preguntas que pretenden ser ingeniosas, pero que frecuentemente son impertinentes. Una vez que el gracioso o la graciosa de turno ha soltado su estudiada ocurrencia, la víctima ha de tratar de salir al paso, respondiendo algo ocurrente que esté a la altura de la pregunta. Pero como la inmensa mayoría de las personas no somos Groucho Marx, suele suceder que queda uno como un pasmado, un estirado o un memo. Todo sea para mayor gloria del entrevistador.

Nada tengo contra los programas de humor. Dios me libre. Ni contra las bromas sanas. Pero pienso que el abuso, en cualquier orden, acaba por perjudicar aquello mismo que se pretende ensalzar. Hay casos en los que se ha cruzado claramente la línea de lo admisible. A modo de ejemplo, me viene a la cabeza un programa radiofónico en el que hacen bromas telefónicas. En una de ellas, haciéndose pasar por el sacerdote que la va a casar, preguntan a la prometida si es virgen. A lo cual la interpelada, bastante corrida y pensando que está manteniendo una conversación privada con un religioso, responde. Cuando se escucha la grabación en el estudio todos ríen, y yo no acabo de encontrarle maldita la gracia.

Cuando se pierde el respeto, cuando se vilipendia a alguien (sea quien sea) para lucimiento de otro, a eso no se le llama humor, sino infamia. Y quien tal acto comete no es un humorista, sino un hombre ruin.

No deberíamos perder de vista la vieja fórmula: “No me río de ti, sino contigo”.

8 comentarios:

  1. Creo que has encontrado un magnífico ejemplo de cómo hay genios de una a tres ideas y otros de mas de mil como Edison o Tesla, Rafael, un ejemplo de lo que es esquilmar. La creatividad escasea y la multiplicidad es cuestión de mantener apretado el botón de fotocopiadora, hasta que se funda. Un abrazo.

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  2. Como dice mi mujer sobre el progranma de cocina de Arguiñano, (que ha tenido que dejar de ver)¿solo sabe chistes de curas y monjas? Lo normal es que cuente chistes de cocineros. Y la infamia es utilizada de forma sútil.¡Entre pucheros !
    Un abrazo

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  3. ¿Y qué tiene de malo que cuente chistes de curas y monjas? Hay que tomarse la vida con más humor, Angelo. Que bastante tenemos con la que nos está cayendo. Reivindico la figura de Arguiñano como la de un tipo genial, divertido y bueno. Aquí dejo una prueba fehaciente de ello:

    http://www.elcorreogallego.es//santiago/ecg/arguinano-cumple-santiago-sueno-un-nino-cancer/idEdicion-2009-02-28/idNoticia-400659/

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. No dudo de la genialidad, el buen humor y la bondad que pueda emanar Arguiñano. Por supuesto que no pasa nada por contar chistes de curas y monjas, (los hay muy buenos), pero hay chistes y chistes. Me parece estupendo sus gracias y sus ganas de divertir a la audencia, pero resulta que en su horario todavía hay niños que siguen su programa y algunos de estos chistes brillan por su mal gusto, vocabulario y contenido.Y esto último es lo que critico,
    ¿Humor? Sin dudarlo. Todas las dosis que se pueda por parte de todos,y cuanto más se cocine mejor.Pero acompañado y aderezado siempre con una buena dosis de respeto .
    Encantado de saludarte Galip.

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  6. NIP, genios, lo que se dice genios, estamos tú, yo y cuatro más. Para qué nos vamos a engañar.

    Galip, Ángelo, por lo que veo sois dos "cocinicas". Más allá de debates sobre tonos humorísticos tenéis que montar algún convite culinario, que por lo que se ve estáis muy puestos. ¿Quién se apunta a la degustación...?

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  7. Rafael eres un caso. No se si serás un genio pero ingenioso eres un rato. Un abrazo

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  8. Y tú más, Chus, y tú más....

    (Gracias, Chus. Otro abrazo para ti).

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