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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

viernes, 25 de marzo de 2011

Encontrarás Dragones... y algunos tópicos


He tenido la oportunidad de ir al pre-estreno de la película Encontrarás Dragones en Zaragoza. Antes de su proyección, uno de los productores explicó qué meta se habían marcado cuando decidieron acometer la empresa. Se trataba de hacer una película en la que uno de los personajes fuera José María Escribá de Balaguer. No se pretendía una biografía sin más, sino una película sujeta a las exigencias propias del cine: entretenimiento, atractivo, argumento con gancho...

La cinta narra las historias de José María Escribá, fundador del Opus Dei, y de un amigo de la infancia llamado Manolo. El empobrecimiento de la familia de Escribá los distanciará, y con el estallido de la guerra civil sus vidas discurrirán por caminos distintos. Escribá fundará su organización con un pequeño grupo de colaboradores, debiendo huir de la persecución religiosa desatada en la zona republicana; mientras que Manolo actuará como espía de los sublevados infiltrado en las filas anarquistas.

He de decir que los personajes se me han hecho poco creíbles, en particular Manolo, que es un malo malísimo muy plano. No transmite drama humano alguno. Se pasa la película con el ceño fruncido y haciendo bellaquerías básicamente porque es el malo. Quiere mucho a su padre, pero no se percibe la cercanía paterno-filial por ninguna parte. El padre aparece como un exaltado capitalista que odia a “los obreros” porque es rico y los demás pobres, sin más justificación. Para mi gusto, son demasiado arquetípicos.

Respecto al contexto de la guerra civil, en la misma línea. Los alzados son un grupo de altos oficiales que cuentan con el respaldado de los ricos –en los preparativos del golpe hasta aparece un presunto nazi soltando una frase en alemán, como si aquí todo el mundo hablase en la lengua de Goethe-. Mientras los republicanos son el pueblo llano con afán justiciero y pocos recursos.

Ciertamente aparece la persecución religiosa, de la que el propio Escribá será objeto.

Conforme avanza, la película gana ritmo, pero con altibajos y sin acabar de enganchar, pues hay demasiados cambios de trama y personajes.

En lo que se refiere al mensaje, es claramente positivo, resaltando el amor y el perdón como camino de liberación.

Entiendo que la empresa que se habían marcado los promotores no es fácil, mas pienso que sólo parcialmente lo han conseguido. En todo caso de Roland Joffé me quedo con Los gritos del silencio.

jueves, 24 de marzo de 2011

Para disfrutar de la Filosofía de lo lindo


A menudo las cosas más interesantes pasan desapercibidas, mientras otras bastante triviales gozan de un eco mediático impresionante.

El caso es que en Madrid se está desarrollando un ciclo de conferencias que para mí quisiera en mi ciudad y que, me temo, no se ha divulgado en la medida que merece. Se titula “Metafísica de la persona. Un estudio sobre la condición personal inspirado por la filosofía de Ortega y Gasset y de Julián Marías”, y está siendo impartido por Francesco de Nigris (de quien hablé en otro momento en este mismo blog) con la colaboración de Nieves Gómez Álvarez.

Como a las cosas buenas hay que darles cancha, aprovecho para avisar de su existencia a todos los interesados. Las sesiones son los sábados a mediodía (de 12:00 a 14:00) en el Edificio A, Salón de Grados de la Universidad Complutense: VER PROGRAMA. Si bien comenzó el 19 de febrero, las conferencias se prolongarán hasta el 18 de junio.

Nieves Gómez ha tenido a bien facilitarme un resumen de las cuatro primeras sesiones. Estoy teniendo serios problemas para colgarlas, pero como no quiero dilatar la difusión de este ciclo hasta que los subsane, de momento me limito a animar a los posibles (y cercanos) interesados acudir.

¡Disfrute y conocimiento garantizados!

lunes, 21 de marzo de 2011

La comedia humana (William Saroyan)


El final es tiempo de recapitular, tanto en la vida como en una comida, en la lectura de un libro o en la coronación de una cumbre. A veces para concluir que algo ha pasado sin pena ni gloria, otras para poner de manifiesto su maldad, y en no pocas ocasiones para descubrir el valor positivo que ha tenido en nuestra existencia.

Acabo de terminar la lectura de un libro de William Saroyan, La comedia humana, y he de decir que para mí ha sido una experiencia verdaderamente enriquecedora. En el mismo se narra lo extraordinario del acontecer diario de un pueblo norteamericano llamado Ithaca a principios de los años cuarenta; como trasfondo, la Segunda Guerra Mundial que se vive de lejos en lo bélico y de cerca en lo personal, pues varios jóvenes de la localidad han sido movilizados.

El hilo conductor discurre a través los niños, y de forma significativa en las peripecias de Homer Macauley, quien con catorce años comienza a trabajar como repartidor para el servicio telegráfico. Homer encarna lo más noble del alma humana. Su mirada limpia nos presenta el mundo de un modo indulgente y grato; aunque no por ello sea ajeno a la existencia del mal (tanto el moral como el material). El mismo le provocará heridas en el espíritu que, sin embargo, no sólo no lo harán renunciar a su condición benévola, sino que acrecentarán su misericordia.

El libro transpira bondad en cada línea, y con ello consigue producir en el lector un efecto catártico, purificador, pues si es cierto que el mal puede resultar seductor, no lo es menos que el bien también lo es, despertando en nosotros la llamada a llegar a ser lo que tenemos que ser, lo que nos plenifica.

El perfil vital de algunos de los personajes resulta especialmente grato. Como el señor Spangler, responsable de la oficina de telégrafos. Generoso y carente de cualquier indicio de vanidad. Pese a su juventud, su virtud le proporciona una fuente inagotable de sabiduría. Es ella la que le enseña que en ocasiones las personas sólo necesitan tiempo, hacer un alto, esperar para que las nubes se disipen y nuestras pasiones dejen respirar la humanidad que late bajo las apariencias. Por eso acompañará en su turbación a un joven atracador, o al propio Homer cuando reciba el impacto del sufrimiento.

También el anciano señor Grogan, el telegrafista, a quien el dolor del mundo angustia y busca refugio en el alcohol. Quizá por ello es más comprensivo con la debilidad humana: “Ten mucho cuidado con todo lo que tenga que ver con las personas. Si ves algo que estás seguro de que está mal, no estés seguro. Si se trata de personas, ten mucho cuidado. Me perdonarás, pero tengo que decírtelo, porque eres un hombre a quien respeto, así que no me importa decirte que no está bien criticar la forma en que es nadie.”

También Ulysses, el hermano pequeño de Homer, admirado de la maravilla que es el mundo; y Marcus, el mayor de los hermanos Macauley, que se hace presente en forma de ausencia sentida; y la madre, y el señor Alan, y otros personajes entrañables que habitan las páginas de este libro.

En más de una ocasión, mientras leía, venía a mi memoria la conocida obra Matar un ruiseñor, pues tiene con ella bastantes puntos en común: la exaltación serena y actuante del bien, la mirada tierna hacia los niños, el marco ambiental en que se produce, la importancia de la virtud como fundamento de una buena vida.

Sin lugar a dudas me parece una obra recomendable. Apenas 200 páginas; capítulos cortos, ágiles y vivificantes; lectura sencilla; contenido jugoso y sanador. Lo cierto es que no se me ocurre ninguna razón para no leerla.

martes, 15 de marzo de 2011

Una habitación en Babel


Di con este libro en el sugestivo blog YO ME LA LLEVÉ AL RÍO de Jesús Sanz Rioja. Buscaba algo para leer y me pareció una buena opción.

La trama gira en torno a un profesor de instituto que desea ayudar a uno de sus alumnos, Nor, un chico guineano que entró en España de forma ilegal y que ahora ha ido al sur a recoger a un hermano menor. En sus andanzas se entrecruzarán las vidas de otros personajes, varios de ellos estudiantes del mismo instituto. El libro fue galardonado con el VI Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil.

Encuentro que la obra contiene aspectos interesantes, como el acercamiento al lado humano de la inmigración (es decir, a su aspecto fundamental); el que no caiga en estereotipos maniqueos a la hora de dar vida a sus personajes; la creación de una trama intrigante a partir de cuestiones cotidianas, sin necesidad de recurrir a crímenes horrendos, manuscritos secretos, vampiros play-boy o profecías apocalípticas.

Como puntos menos atractivos, la dispersión inicial de personajes, hasta el punto de que cuando aparece el protagonista no se sabe si va a ser uno más. También me parece que deja demasiadas puertas abiertas, es decir, que apunta sucesos futuros sin que ello sea preciso para entender la historia y además sin darles solución de continuidad.

Por otro lado, la acción va cogiendo ritmo conforme avanza. Esto no tendría que ser un inconveniente (de hecho es muy habitual), si no fuera porque no llega a enganchar hasta alcanzado un tercio del libro.

El narrador es demasiado explicativo, en el sentido de que no siempre es la trama la que nos va descubriendo las inquietudes y psicología de los personajes, sino que a menudo recurre a una aclaración ensayística no del todo acorde con la narración novelesca.

En definitiva, es un libro que plantea cuestiones importantes, como la necesidad de armonizar teoría y vida, o nuestro deber para con los demás por su condición de personas. Hace un uso muy correcto de la lengua y el protagonista va cobrando espesor conforme se desarrolla el argumento. Se deja leer bien.

lunes, 14 de marzo de 2011

Díselo con cine III (y último)

Última entrega de Díselo con cine. Si no esto se va a convertir en un blog temático sobre el libro, y tampoco es plan.

Espero que os gusten.




255- ¿Sabes qué tienes de malo?
- ¿Qué?
- Nada…
(Charada)




351- Cásate conmigo y nunca más miraré a otro caballo.
(Un día en las carreras)



359- ¡Eh! ¿Quién ha dicho que podéis colgar cuadros de vuestras novias aquí, eh? ¿Quién ha colgado la foto de esta chica?
- Es Mozart
- ¿Quién?
- Es Mozart, señor.
- ¿Mozart? ¿Quién de vosotros es Mozart? ¡Mozart, dé un paso al frente…!
- Ha muerto, señor.
- ¿Ha muerto? ¿Cuándo? ¡Compañía! ¡Formen ahora mismo! ¡Ar! ¡Muerto…! ¿Por qué nadie me había informado de ello?
(El barbero de Liberia)




373- Aquel que quiebra algo para averiguar qué es, ha abandonado el camino de la sabiduría.
(El Señor de los Anillos. El retorno del Rey)




424- Podrán torturar mi cuerpo, romper mis huesos, e incluso matarme. Así obtendrán mi cadáver, no mi obediencia.
(Gandhi)




426- No son nuestras habilidades las que muestran cómo somos, sino nuestras elecciones.
(Harry Potter y la cámara secreta)




473- Amigo, ¡despierte! En el mundo real los héroes no son como yo. Son calvos, les faltan dientes y tienen barriga. Yo sólo soy un actor con un arma que ha dejado de estar motivado.
(King Kong)




541- Quiero tener mi propia habitación. Es mi hospital, por el amor de Dios. ¿Cómo no voy a poder tener mi propia habitación?
- Ha defendido públicamente esa política, una y otra vez: “dirijo hospitales, no spas. Dos camas por habitación, sin excepciones”.
- Es que nunca había estado enfermo.
(Ahora o nunca)




591- Pero, ¿por qué demonios vino a Casablanca?
- Mi salud. Viene a Casablanca a tomar las aguas.
- ¿Aguas? ¿Qué aguas? ¿Las del desierto?
- Me informaron mal.
(Casablanca)




704- Recordad que estamos luchando por el honor de esa mujer, que probablemente, es más de lo que ella hizo nunca por sí misma.
(Sopa de ganso)




716- ¡Estoy convencido de que no tienen ninguna probabilidad de ser felices en este país ni en este cochino mundo!
- Ellos son este país y cambiarán este cochino mundo.
(Adivina quién viene esta noche)




730- ¿Sabes que tu cara se parece a la de uno que vale 2.000 dólares?
- Sí, pero tú no te pareces al que los va a cobrar.
(El bueno, el feo y el malo)




899- Sam, me gustaría que dijeras eso. No quiero decir que mientas, sólo se trata de alterar la verdad un poco. ¿Sabes cuál es la diferencia?
- No.
(Yo soy Sam)




975- Antes de poder vivir con los demás tengo que vivir conmigo mismo: la única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la propia conciencia.
(Matar un ruiseñor)



THE END

viernes, 11 de marzo de 2011

Díselo con cine II

Aquí va la segunda sesión del libro Díselo con cine:


Capítulo 3. EL CARÁCTER




101- Me desprecias, ¿verdad Rick?
- Si pensase alguna vez en ti, probablemente sí.
(Casablanca)



117- ¿Te interesa saber lo mucho que te odio? Te odio de tal modo que buscaría mi perdición para destruirte conmigo.
(Gilda)



125- Pelirroja, tú podrías ser la mujer más perfecta de la tierra. Me da pena que haya algo en tu interior que no quieras o puedas remediar: tu pretendida energía, tus prejuicios contra las debilidades, tu franca tolerancia.
- ¿Eso es todo?
- Eso es precisamente lo importante. Porque no serás una mujer dulce y comprensiva, ni un ser superior, hasta que las debilidades humanas te inspiren compasión. Serías más compresiva si cometieras alguna equivocación de vez en cuando, pero tu sentido de la divinidad no te lo permite. La diosa debe quedar intacta cueste lo que cueste.
(Historias de Filadelfia)



134- Pues yo trabajo a todas horas. Así que nunca, nunca, me interrumpas ¿de acuerdo? Ni aunque haya un incendio. Ni siquiera si oyes un golpe seco en mi casa y al cabo de una semana sale de aquí un olor que tan sólo puede ser de un cadáver putrefacto, y has de llevarte un pañuelo a la cara, porque el hedor es tan fuerte que te vas a desmayar, aún así, no llames aquí. O si es la noche de las elecciones, y estás emocionado y quieres celebrarlo porque algún chupapollas con el que sales ha sido elegido primer presidente marica de los Estados Unidos, y ha decidido que va a llevarte a hacer locuras a Camp David, y quieres a alguien con quien compartir ese momento; aún así, no llames, a esta puerta no; no. ¡Bajo ningún concepto! ¿Lo has captado, ricura?
(Mejor imposible)



Capítulo 4. DIOS




158- Dios me cerró los ojos para que pudiera ver.
(Bella)


159- Mi abuela solía decir: “si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”.
(Bella)


161- Dame fuerzas. ¡Ayúdame, Padre! Ten piedad. Donde hay odio, dame amor, donde hay oscuridad, dame luz. Sálvame, sálvame del mal que hay en mí.
(Confesiones de un pecador)



164- Grandes pruebas te esperan, hija mía.
- No importa, si Dios me da fuerzas.
- Lo que Dios quiere probar en ti no es tu fuerza, sino tu debilidad.
(Diálogo de carmelitas)



184- Oye, no he visto una casa en varios kilómetros. ¿Qué estás haciendo en mitad de este desierto?
- Tenía que estar en ese cruce ayer a medianoche… para vender mi alma al diablo.
- ¡Qué pequeño es el mundo! Espiritualmente, me refiero. Pete y Delma acaban de ser bautizados. Creo que soy el único que queda sin registrar.
- Esto no es cosa de broma, Everett.
- ¿Qué te dio el diablo a cambio de tu alma?
- Me enseñó a tocar la guitarra con gran maestría.
- ¡Jooooder tío! ¿Has cambiado tu alma inmortal sólo por eso?
- No la estaba usando.
(Oh Brother!)



191- Si Dios está con nosotros… ¿quién está con ellos?
(Salvar al soldado Ryan)



199- Lamento que ella no tuviera su milagro.
- Oh, lo tuvo… fuiste tú.
(Un paseo para recordar)

jueves, 10 de marzo de 2011

Díselo con cine I


Las citas literarias gozan de buena prensa. Si uno quiere imprimir un timbre de autoridad a una afirmación, sólo tiene que enunciar una sentencia de algún autor de renombre para lograrlo.

Sin embargo las citas cinematográficas poseen un prestigio menor, cuando a menudo poseen una capacidad de comprensión de la realidad tan grande como las literaturas.

Traigo esto a colación porque mi amigo Manolo del Olivo me ha regalado un libro que trata precisamente de eso, de citas cinematográficas. Mil, nada menos, extraídas de unas cuatrocientas películas. Están agrupadas en distintas voces vinculadas a la condición humana: Justicia, Libertad, Amor, Solidaridad, Perdón, Dolor, Belleza, etc.

Cualquiera ellas daría pie a un tratado. He escogido algunas para irlas plasmando en este blog en los próximos días. No son ni mejores ni peores que otras, simplemente se trata de aquellas que a mí me recuerdan algunas de las películas que han marcado mi vida.

Espero que os gusten tanto como a mí.

Por cierto, si alguien estuviera interesado en el libro, se titula Díselo con cine y debería pedirlo en esta dirección:

diseloconcine@gmail.com


Capítulo 1. AMOR



8- Un beso es un acento invisible en la palabra amor
(Cyrano de Bergerac)



10- ¿Qué, el amor?
- Sí, el amor. Sí claro, el amor. Un año de llamas y pasión y treinta de cenizas.
(El Gatopardo)



12- Yo nací anoche, cuando le conocí a usted. No tengo pasado, sólo futuro.
(Gilda)



45- Nadie es un fracaso si tiene amigos.
(¡Qué bello es vivir!)



48- Tal vez te ayude saber que en las pocas horas que pasamos juntos… nos amamos por toda una vida.
(Terminator)



Capítulo 2. BELLEZA



66- Te quiero.
- ¡Quieres la imagen que tienes de mí!
- Pero es una gran imagen.
(Diarios de la calle)



67- El espejo… se ha roto
- Ya lo sé, me gusta así. Así me veo tal y como me siento.
(El apartamento)



68- La poesía no es de quien la escribe, sino del que la necesita.
(El cartero y Pablo Neruda)



70- Nunca olvido una cara, pero con usted voy a hacer una excepción.
(El hotel de los líos)



80- ¿Gafas nuevas?
- Sí, ¿me quedan bien?
- No, aún se te ve la cara.
(Grease)



84- ¿Sabes tú cómo se siente una mujer fea? ¿Sabes lo que es ser fea toda una vida y sentir en tu interior que eres hermosa?
(¿Por quién doblan las campanas?)



86- ¿Por qué me duelen los ojos?
- Porque nunca los habías usado.
(Matrix)



89- Un pintor italiano llamado Carlotti definió la belleza. Dijo que era la suma de las partes trabajando juntas de tal modo que no se necesitaba añadir o alterar nada más. Eso eres tú. Eres preciosa.
(Next)

lunes, 7 de marzo de 2011

Celda 211 o cuando un actor toca el cielo


Literalmente, me caía de sueño. Eran las diez y media de la noche y ni tenía energía para leer ni me interesaba nada de lo que ponían en televisión. Esa tarde había sacado una película de la biblioteca: Celda 211. Pensé que no sería mala idea ver el principio y continuarla al día siguiente... ¡Cuándo aprenderé!

A los cinco minutos el sopor se había esfumado y ya no podía despegarme de la pantalla. Un ritmo frenético y Luis Tosar que se salía. Desde luego la película pende de él. Nadie le hace sombra, ni un ápice. Algunos actores se lucen, otros están más flojitos, pero Tosar está descomunal, insuperable. Y cuando empleo esta palabra lo hago consciente de su alcance: in-su-pe-ra-ble, tetrasílaba y llana. Non plus ultra. El cielo de la interpretación. Ya no es él, sino Malamadre. Está poseído por el personaje que cobra existencia real.

Ganó el Goya por su interpretación, pero merecía el Óscar y hasta el Nobel de la paz si te descuidas; a fin de cuentas poco antes se lo habían dado a dos actores bastante más mediocres, como Al Gore y Obama.

Cuando escribo esto no creo descubrir ningún misterio pues sólo en España Celda 211 recaudó más de doce millones de euros, lo cual significa que, en contra de la costumbre nacional, un alubión de gente fue al cine para ver una película made in Spain. Para ello sólo hizo falta una cosa: hacer buen cine y pensar en el público.

El argumento gira en torno a un levantamiento carcelario. Un nuevo funcionario de prisiones se ve atrapado en un motín la víspera de su incorporación al trabajo. Para salvar la vida se hará pasar por preso y establecerá un peligroso vínculo con el líder de los amotinados, Malamadre (Luis Tosar). Desde esta situación podrá ver de cerca no sólo la ferocidad de los amotinados, sino las razones de su desesperación.

Desde Paco Rabal en el papel de Juncal o de Azarías en Los santos inocentes, no recuerdo una interpretación tan redonda como la de Tosar.

En fin, que como queda claro, me encantó su actuación y además tengo abundante capacidad de entusiasmo.

Sólo dos advertencias: abstenerse personas de extremada sensibilidad (no se recrea en lo sangriento, pero hay alguna escena un poco dura), y no verla antes de acostarse, personalmente me pasé casi toda la noche con los ojos como platos.

viernes, 4 de marzo de 2011

Comunicación sin fronteras: más allá del esperanto


No con todo el mundo hablamos de igual modo. Por ejemplo, si conversamos con un niño pequeño adoptamos un vocabulario y tono distintos que si lo hacemos con una auxiliar de vuelo. Resultaría un tanto chocante que en pleno viaje nos dirigiéramos a la azafata dando saltitos para decirle: “Señorita, tengo pipí y popó, y no me aguanto.”

Recuerdo que siendo yo un adolescente vino a ver a mi hermana un amigo alemán. Imagino que a su vuelta a Düsseldorf se haría una revisión de oídos porque el pobre se llevó más gritos que el recluta Patoso en La chaqueta metálica. ¡Qué voces! Parecía que habíamos llegado a la convicción de que el alemán era como el español pero doscientos decibelios más alto.

Personalmente con quien mantengo una comunicación más singular es con mi dentista. Hombre atento y dicharachero, le encanta lanzarme una ininterrumpida cascada de preguntas mientras me mantiene tumbado en el potro de tortura. Yo con un potente foco apuntándome directamente a la cara; temiendo que de un momento a otro me echen una bocanada de humo y me pregunten si conozco a Lucky Lucciano. La boca abierta como un buzón, para dejar espacio a una serie de cacharros que me succionan, me apalancan, me taladran, me aturden y me pinchan. Y el dentista, sonriente, largando sin darme tregua:
- ¿Qué tal todos por casa?
- Uuuy ennn, aiaas.
- Tú tenías todo chicas, ¿verdad?
- Iiiií
- Y los chavales de tu hermana qué, tocando el techo con la cabeza, imagino.
- Uuu aaooess iií.

De este modo alcanzamos nuevas formas de comunicación. Un diálogo en el que una de las partes interroga mientras la otra –es decir, un servidor-, emite sonidos guturales.

Decía Aristóteles que el hombre es el “animal que tiene logos”, que habla y expresa ideas. Quién sabe si sin pretenderlo, y con la inestimable ayuda de mi dentista, he dado un paso más, y con mis manifestaciones gargantiles un día de estos aparece en el río Ebro una manada de cachalotes que ha acudido a mi reclamo. Habrá que empezar a pensar en un blog a lo Bob Esponja.

martes, 1 de marzo de 2011

Jack London o la genialidad de lo salvaje


He releído a Jack London después de varios lustros sin haberme acercado a un libro suyo, ¡y qué gozada! Yo he podido envejecer, él ni un ápice.

En concreto me he adentrado en Los mejores cuentos del Gran Norte, y he pasado frío, temor, hambre, amor, rabia, impotencia, he escuchado los aullidos de los lobos, he charlado con buscadores de oro o con indios toyaat de las tierras boscosas que marcan la frontera entre Alaska y Canadá. He sentido añoranza por un mundo en el que nunca he vivido; en el cual la escased de medios y lo salvaje del entorno conducen a experimentar la existencia en todo su dramatismo. ¿Dónde quedarán esos bosques, esos pueblos cazadores, esas rutas deshabitadas? La belleza en convivencia con la ferocidad; la dureza del corazón humano acompañada de gestos soberbios; la muerte como compañera que aguarda su momento.


London narra de una manera magistral, y lo hace con la holgura de quien ha vivido en los parajes inhóspitos que describe. Él mismo fue buscador de oro en Alaska, marino, contrabandista, corresponsal de guerra. Luego llegaría el éxito, y en ese discurrir frenético, dos matrimonios fracasados, el alcohol y la morfina que le llevaría a la tumba en 1916 con sólo cuarenta años.

Nos ha dejado una obra arrebatadora, que transpira vida y anhelos de nuevas tierras. Ojalá no se apaguen en nosotros el amor a la naturaleza y el afán de aventura.