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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

jueves, 28 de junio de 2012

Historia de dos mujeres (y una niña)


(Pepita Lafarga, la pequeña Elena y Basi Lafarga en 1938. A su vuelta a Huesca tras la evacuación a Francia)

Mi buen amigo Santiago Espa, fiel seguidor de este blog, aunque como polizón nato no figure en el listado de su tripulación, me ha dado permiso para hacer públicos algunos hechos referentes a su familia. Si lo hago, no es por morbosa indiscreción, sino porque creo que contienen una bella historia provista de elementos verdaderamente humanizadores.

La madre de mi amigo se llamaba Elena Lasaosa, y murió de un cáncer galopante el 8 de octubre de 2005. Los que la conocimos, sabíamos de su carácter alegre y sincero, pero desconocíamos algunos aspectos de su infancia que sólo tras su muerte hemos ido descubriendo, fundamentalmente aquellos relacionados con su orfandad cuando tenía sólo dos años.

Pero para comprender bien aquellos hechos, hemos de remontarnos tiempo atrás, cuando su madre, Basi Lafarga (1903-2000), a los veintiún años de edad contrae matrimonio con Domingo Lasaosa (1899-1936), funcionario del cuerpo de Correos donde había ingresado por oposición en 1917. Fue un matrimonio bien avenido, no sólo de puertas adentro, sino que mantuvieron una estrecha relación con la hermana de Basi, llamada Pepita, y el esposo de esta, el oficial Luciano García Sánchez.
Basi procedía de un pueblo llamado Angües, pero se trasladó con su familia a Huesca y allí conoció al que sería su esposo.

En diciembre de 1930 se produce la sublevación de Jaca, levantamiento republicano que fracasa y que se salda con el fusilamiento de sus figuras más visibles, los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández. Este último era católico practicante, al igual que el propio Domingo Lasaosa, quien simpatizaba con la causa republicana. Al entierro acuden muy pocas personas, entre ellas está Domingo, quien sabe que aquel gesto le puede salir muy caro, pero, por coherencia y hombría de bien, decide acudir.

(Domingo con 36 años junto a su hija Elena de 13 meses en Huesca.
Año 1935)

El caso es que cuatro meses después de aquel golpe se proclama la República en toda España. Domingo la recibe con regocijo y acabará por encuadrarse en las filas de Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña.

En 1934 Domingo y Basi tendrán a su primera y única hija, Elena. Aquel nacimiento colma de felicidad el hogar. Dos años después, en marzo de 1936, Domingo es nombrado Jefe de Correos de Huesca.
Durante todo este tiempo, la amistad entre Domingo y su cuñado Luciano no sólo no sufre la menor fisura, sino que se hace más honda y entrañable. Luciano llama a su pariente político Dominguito, mientras la pequeña de este llama a su tío “Chano”, de Luciano.

Sin embargo, las cosas no marchan igual de bien en el país. La discordia se extiende, hasta cristalizar de forma definitiva entre el 17 y el 18 de julio de 1936, cuando distintas plazas se sublevan desencadenándose la guerra civil.

Huesca cae en la llamada zona nacional, y comienzan las purgas, al igual que sucede, en sentido inverso, en el otro bando. Poco antes Domingo había mandado a su mujer y a su hija a Viu de Linás, en el Valle de Broto (Huesca) a “pasar el verano mientras se arreglaban las cosas”, pues el ambiente ya estaba muy enrarecido. A aquel viaje van más parientes de Basi, como su hermana Pepita y su prima Mari. Allí pasarán juntas dos años, desde el 4 de julio de 1936 hasta el 18 de abril de 1938.

Domingo permanece en Huesca. Pronto será destituido de su cargo en Correos. El 23 de septiembre de 1936 es detenido y encarcelado. Desde su cautiverio escribe varias cartas a sus seres queridos sin hacer el menor distingo por cuestiones ideológicas. 21 días después, el 13 de octubre de ese mismo año, será “paseado” y muerto de un tiro. En su certificado de defunción figurará “herido por arma de fuego”.

En abril de 1938 Basi, su hija Elena, Pepita y la prima Mari, son evacuadas y cruzan a Francia. Las posiciones republicanas del Frente de Aragón están cayendo. En total, cruzan la frontera 450.000 personas, de las cuales 70.000 son niños. Tiempo después, Mari recordará los sucesos de aquellos días y su internamiento en un campo de concentración francés: “Caminamos todos juntos desde San Nicolás de Bujaruelo hasta llegar a Gavarnié. Nos encontramos a esquiadores que ofrecieron su asistencia. Pasamos varias noches en unos pajares en las afueras de Gavarnié. La gente del pueblo nos traía comida y algo de ropa. Más tarde nos condujeron en tren hacia un campo de concentración cercano a Las Landas. Un día nos dejaron salir a pasear y me fui con tía Basi hasta la costa. Era la primera vez que veía el mar… En aquel campo estuvimos unos diez días”. Aquel mismo año regresarán a España.

La guerra continúa, y Luciano, el íntimo amigo y cuñado del fallecido Domingo, es comandante del Tercio de Requetés de Lacar, cuerpo especialmente bregado por tener la encomienda de romper los frentes. Arrojado y convencido de su causa, combate en el otro bando. En el curso de la batalla de la Sierra de Espadán (Castellón), recibirá la orden de tomar la cota 850 donde los enemigos están mejor posicionados y se han hecho fuertes. Es un militar de carrera curtido en África, por lo que es perfectamente consciente del imposible de la misión encomendada. Antes de la batalla confesará y dirá al sacerdote que sabe que ese mismo día va a morir. Así sucederá. No sobrevivirá prácticamente ninguno de los carlistas participantes. Luciano recibirá póstumamente y por segunda vez la Medalla Militar Individual, pues ya la había recibido anteriormente por su valor durante la campaña del Norte. Un hermano suyo morirá en ese mismo frente pocos días después. Antes de un año la guerra habrá concluido.

Pero aquí llega lo más interesante, al menos a mi entender. Basi y Pepita se mantuvieron toda la vida unidas de forma inquebrantable. Aquellas dos viudas que habían perdido a sus maridos en campos opuestos, supieron vivir un amor fraternal que volaba muy por encima de los odios bélicos que habían asolado España. No había rencor, ni cuentas pendientes, ni “tuyos” y “míos”, sólo personas con todo el infinito bagaje que cada uno tenemos.

Pepita casaría en segundas nupcias con el arquitecto Luis Burillo y tendría varios hijos. Basi, por su parte, permanecería viuda y se haría cargo de un prestigioso comercio de mantillas y mantones de Manila en Zaragoza.

¿Y qué fue de la pequeña Elena, huérfana de padre a edad temprana y con una infancia tan achuchada? Pues que en su juventud cayó bajo los encantos de un apuesto cadete llamado Rodolfo, se casó con él y tuvo seis hijos, entre los que me precio de contar con la amistad del más pequeño (¡y tremendo!), Santiago Espa Lasaosa.

Y colorín colorado esta historia aún no ha acabado, porque Santi tiene una niña que este año ha hecho la primera comunión y que es la viva imagen de su abuela cuando tenía su edad. Así que la historia familiar todavía está por escribir, con santa paciencia y alegría por parte de la mujer y la hija de Santi, y con su crónica inconsciencia y simpatía por parte del mentado sujeto.


(Elena de 7 años, junto a Mari de 13 en 1941. Habían convivido dos años en Viu de Linás, durante la guerra civil)


(Gracias a Santi por facilitarme el acceso a la información familiar y por permitirme hacerla pública, y a su hermana Virginia por la impresionante y fecunda labor recopilatoria que está llevando a cabo, junto con mi más sincera felicitación).

miércoles, 27 de junio de 2012

Somos un imposible estadístico


La probabilidad de que cualquiera de nosotros exista es prácticamente nula. Estadísticamente sería un factor tan despreciable que se asimilaría a cero.

Que la materia del cosmos se haya organizado como lo ha hecho. Que exista nuestra galaxia, nuestro sistema y nuestro planeta. Que la vida se haya producido, primero en forma de bacterias, luego como organismos más complejos. Que esa vida precaria no haya desaparecido de ese extraño planeta con agua líquida en cualquiera de los mil envites que ha sufrido. Que haya habido una evolución hacia seres más complejos hasta llegar precisamente a los mamíferos, luego a los antropoides. Que el hombre, en su gesta histórica, no se haya extinguido con cualquiera de los contratiempos que se han producido. Que mi tatatatatarabuelo conociera precisamente a mi tatatatatarabuela y se unieran cierto día dentro de los ciclos de mi antepasada, y que saliera triunfante un espermatozoide concreto con una información genética única entre las miles de posibilidades existentes. Que otro tanto sucediera con cada uno de mis antepasados. Uno nació en otro lugar y conoció en un viaje a su mujer. Otra enviudó y casó en segundas nupcias con quien estaba destinado a vestir santos. Otro sobrevivió a una epidemia, o a una batalla, o no cogió el barco que se hundió, o le dio calabazas una y se fue con otra.

Que al final tú y yo nos estemos comunicando aquí y ahora es un imposible estadístico. Y sin embargo, está sucediendo.

La ciencia hoy tiene un fundamento estadístico, porque no puede llegar más allá, lo cual es lo menos científico del mundo, pues es ajeno a las leyes necesarias. ¿Será que la ciencia no cuenta con recursos suficientes para aprehender la realidad?

martes, 26 de junio de 2012

El gesto de María Zambrano


Hay una escena en Cyrano de Bergerac en la que el mosquetero revienta una obra de teatro por considerarla tan mala como su intérprete, Montfleury. En realidad el propio Cyrano se convierte en todo un espectáculo. Pero aquello irrita enormemente al público que comienza a insultarle. Entonces Cyrano retará a todos los presentes sin que nadie se atreva a aceptar el duelo. Como colofón, arroja una bolsa repleta de monedas al escenario, para pagar las posibles pérdidas que genere su intromisión. Más tarde, su amigo Le Bret recriminará a un Cyrano arruinado esta última acción: “Tirar la bolsa… ¡qué locura!”, a lo que el espadachín responde: “Sí, pero qué gesto”.
Hay gestos que no tienen precio, capaces de elevar la más mísera existencia al cielo de la eternidad.

En septiembre de 1936 la filósofa María Zambrano se casa con el historiador Alfonso Rodríguez Aldave. El levantamiento de julio ha tornado rápidamente en guerra civil y España se halla dividida en dos bandos irreconciliables. María Zambrano parte con su marido a Chile, donde este ha sido nombrado secretario de la Embajada Española.

La discípula de Ortega y Gasset podía haber permanecido en el extranjero sin dar cuentas a nadie, a salvo de la calamidad en que se hallaba inmersa la nación. Sin embargo, a mediados de junio de 1937, cuando el norte acaba de caer en manos de los nacionales y el fiel de la balanza se inclina definitivamente en favor de estos, María Zambrano regresa con su marido a España. Es entonces cuando le formulan una pregunta esclarecedora: por qué vuelve si la guerra está perdida. Su respuesta no puede ser más elocuente: “Por eso”.
Precisamente por eso. Porque no hay botín que repartir, ni laurel, ni gloria, ni prebendas, ni beneficio personal alguno. Porque los arribistas comienzan a abandonar el barco y sólo queda acompañar en la derrota a los que no pueden escapar. Por eso. El 28 de enero de 1939 cruzará la frontera francesa camino del exilio para no volver durante décadas.

[En la foto superior, Ortega con un grupo de alumnos y profesores. En el círculo azul María Zambrano, y en el círculo verde un joven estudiante llamado Julián Marías]

lunes, 25 de junio de 2012

¿Novedades en torno al asesinato de Prim?


Estos días están apareciendo diversas noticias a propósito de la investigación liderada por el profesor Pérez Abellán (Universidad Camilo José Cela) sobre el magnicidio del general Prim.
Como es bien sabido, el entonces presidente del consejo de ministros sufrió un atentado pocos días antes de la llegada de Amadeo de Saboya a España. A consecuencia del mismo, falleció, y la monarquía recién instaurada perdió a su mayor valedor.

Varias de las informaciones insisten en el descubrimiento del sumario que se instruyó a raíz de aquel crimen, y en la sorpresa que ha provocado su deterioro y la sustracción de muchas partes del mismo.
Y uno descubre, una vez más, la pobreza, cuando no manifiesto error, de las informaciones que nos llegan.

Veamos, quien descubrió el olvidado sumario sobre el asesinato de Prim en los años 50 del pasado siglo fue su paisano Antonio Pedrol Rius, que sería presidente del Consejo General de la Abogacía y senador por designación Real en las cortes constituyentes. Pedrol Rius publicó sus hallazgos en un interesantísimo libro titulado Los asesinos del general Prim. A raíz de aquello, se procedió a una calamitosa restauración del sumario que tuvo como consecuencia su deterioro. Además, comenzó la sustracción de muchas de sus partes, como el propio Pedrol Rius denunció en el prólogo a las últimas reediciones de su libro.
No pretendo quitar ningún mérito al profesor Pérez Abellán y a sus colaboradores, que nada tienen que ver con el modo en que se vierten las informaciones, pero sí hacer justicia a quienes ya no pueden reclamarla.

También se “aporta” como novedad la probable implicación del Duque de Montpensier en el crimen. Lo cual me produce una mezcla de tristeza y disgusto, por cuanto parecen haber caído en saco roto las meticulosas investigaciones de Javier Rubio García-Mina. En su España y la guerra de 1870 daba cuenta pormenorizada del proceso que lleva al duque Antonio María de Orleans, cuñado de Isabel II, a promover y financiar el atentado. Quien tenga interés, ahí tiene los tres volúmenes de la obra. Además de aportar nuevos datos en otros libros, como El reinado de Alfonso XII: problemas iniciales y relaciones con la Santa Sede o El final de la era Cánovas.
Por favor, un poco de rigor, de lo contrario no hacemos más que volver a andar el camino andado para quedarnos donde estábamos, cuando no un poco más atrás. Y, sobre todo, cometemos una tremenda injusticia con investigadores de gran valía.

jueves, 21 de junio de 2012

El sentido del humor de David Cameron

Según informa la prensa, el primer ministro británico cifra el futuro de Las Malvinas en un referéndum que ha convocado para el próximo año. Ello demostrará, parece ser, la soberanía británica sobre las islas. No está mal el poder decisor de un censo electoral que rondará los 1.500 individuos.


Si organizaran votaciones en Benidorm, Deia o Javea cualquier mes del año, seguro que sacaban muchísimos más votos para conseguir la incorporación de estos lugares veraniegos al Reino Unido. (En la foto, grupo de inglesas en Javea). Mejor aún, en un partido de su selección en el Bernabeu, con un aforo para 60.000 personas, así se anexionan el barrio de Chamartín.

En España también tenemos nuestra colonia local, Gibraltar. La habitan 25.000 almas con un espíritu emprendedor inaudito, pues tiene registradas más de 50.000 sociedades mercantiles. Hasta los niños de pecho deben de darse de alta como trabajadores autónomos. Nada de paraíso fiscal, ni de blanqueo de capitales, ni de tráfico de todo tipo de mercancías indeseables, simplemente es que saben explotar los recursos naturales del bloque de roca que la sustenta.

Por cierto, si alguien recuerda el resultado del referéndum de Hong Kong (con siete millones de habitantes) antes de ser entregado a la más  extensa dictadura del planeta, que lo publique, es que no consigo encontrar ningún dato sobre él en Google. Para que luego digan que todo está en la red.

lunes, 18 de junio de 2012

La pregunta certera



Conecto la radio en el preciso instante en que el locutor formula una pregunta a los oyentes: “¿quién tiene la culpa de la crisis?”. Inmediatamente comienza a entrar en antena un rosario de llamadas. Todos señalan a diestras y siniestra: los partidos, los bancos, el sistema autonómico, los sindicatos, la patronal, fulano, mengano, zutano. Al cabo de un rato llegan las noticias; informan de los “ataques de los mercados”. Hasta la fecha un servidor pensaba que un mercado era un lugar de intercambio de bienes y servicios, no un artilugio belicoso; otra cosa es lo que algunas personas hagan en él. Y surgen multitud de cuestiones inquietantes: ¿Qué va a hacer Alemania? ¿Nos intervendrá el Banco Central Europeo? ¿Qué dice la Comisión Europea? ¿Hasta dónde va a llegar la prima de riesgo? ¿Habrá “corralito”? ¿Qué va a pasar con las pensiones, con la sanidad, con la enseñanza, con las familias sin recursos?  
Entonces me viene a la cabeza una época no tan remota en que España tuvo que afrontar unos cambios importantes. Me refiero a la llamada “Transición”. También entonces había una gran incertidumbre sobre el futuro. Las fórmulas del pasado no valían, no daban respuesta a los nuevos retos. En aquel contexto, Julián Marías escribió: “Lo que más me inquieta es que en España todo el mundo se pregunta: ¿Qué va a pasar? Casi nadie hace esta otra pregunta: ¿Qué vamos a hacer?
Y esa misma pregunta se echa de menos ahora. Pero formulada a fondo, con todas sus consecuencias. ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué estamos dispuestos a hacer?
Para responder adecuadamente, lo primero que se ha de hacer es ampliar el marco de referencia. Cuando uno tiene un problema, lo habitual es que no vea más allá del pozo en está metido. Decía Albert Einstein que los problemas no pueden solucionarse dentro del marco en el que fueron creados. Tenemos que aumentar el ángulo de visión. ¿Cómo hacerlo? Pues, por ejemplo, superando la miopía intraeuropea que nos aqueja y que es contraria a la propia esencia de Europa, una Europa que se han reducido a una mera máquina burocrática con los “hombres de negro” como exponente de ello. España es una realidad europea, ciertamente, pero no sólo. España forma parte de la mayor comunidad del planeta, el mundo hispánico. Seducidos por el prestigio de “lo europeo”, se ha dado la espalda a esa otra realidad. ¿Cuándo se la mira? Cuando surge algún problema de índole económica con alguno de sus miembros. Ello conduce a tener una visión distorsionada de la misma. Hay que abrir bien los ojos y mirar por debajo de los titulares de los periódicos. Sólo son noticia los aspectos hipertrofiados de la realidad, la inflamación, lo anormal. Hay que ver la realidad en su conjunto.
Concluyendo. Tenemos un reto por delante. Pero si queremos superarlo habremos de preguntarnos una vez más: ¿qué vamos a hacer?

domingo, 17 de junio de 2012

Cuando el presente lo es todo


No deja de maravillarme por la sinceridad del hecho y por su frecuencia. Media hora antes, quizá sólo hace diez minutos que se han visto con sus amigas en otro lugar, probablemente han estado con ellas todo el día en el colegio. Y cuando vuelven a encontrarse en un parque o en la calle se lanzan entusiasmadas abrazándose como si celebrasen el encuentro más anhelado de sus vidas.

No sé en qué momento se pierde esta facultad de la niñez, pero me parece una tragedia no haber sabido conservarla.

jueves, 14 de junio de 2012

El Banco de España le da un revolcón a Descartes

Parece ser que en la última feria del libro El Manifiesto Comunista ha sido un súper-ventas. Por lo visto, algunos ven en él la solución a la crisis que nos acosa. Curioso remedio, cuya aplicación concluye indeleblemente en la visita de los cuatro jinetes de Apocalípsis. Para que luego digan que no hay personas inmunes.

Quizá habría sido más conveniente la relectura de Descartes y su Discurso del Método. En él el pensador galo propone algunos criterios para afrontar los problemas difíciles. Por ejemplo cuando afirma que hay que "dividir cada una de las dificultades que examine, en tantas partes como fuere posible y en cuantas requiriese mejor solución".

Claro que esta propuesta no es del agrado de todos. Entre los anticartesianos recalcitrantes figura en un puesto destacado el Banco de España. La histórica institución se encontró con varias entidades financieras en situación calamitosa, y ¿qué hizo? ¡Agruparlas! ¡Ahí le has dado al gabacho en todas las narices (que las tenía amplias)!

Con este brillante método han conseguido que problemas tamaño X se transformen en XXL. ¡Talla mega-guay!

Ahora no hay quien le hinque el diente al asunto, hasta el punto de que el propio país está calzándose un problema talla XXXXXL.

Reino de España, para gente sin complejos.

martes, 12 de junio de 2012

Derecho a discrepar o el termómetro de la libertad


Los 350 participantes levantaron una y otra vez la mano para votar a favor de cada una de las propuestas que se lanzaban. No hubo el mínimo atisbo de disidencia. Los organizadores celebraban aquella unanimidad que a mí me entristecía. Inmóvil en mi asiento, me sabía cobarde por no atreverme a ponerme en pie y decir: “no estoy de acuerdo. Estas son mis razones”. Lo había intentado antes, pero de una forma tan tímida que apenas se me entendió.

Me acordaba de Umberto Eco quien, en alguna ocasión, había comentado que nunca firma manifiestos de esos que se sacan contra el sida o el hambre, o a favor de la paz entre los pueblos, por la sencilla razón de que es absurdo defender lo contrario. ¿Qué persona en su sano juicio va a manifestarse favorable al Sida o al hambre? Cuando se piden adhesiones es porque se abordan temas discutibles sobre los que es posible pronunciarse a favor o en contra. Sólo el temor o la obviedad inane consiguen unanimidades. ¿Acaso era tan obvio lo que allí se planteaba? Si lo era, estaba de más debatirlo y votarlo. Y si no, cómo es que nadie opinaba distinto.

En el fondo, el filósofo Daniel Innerarity tenía razón: “cuando todo el mundo está de acuerdo, podemos suponer que no ha sido adecuado el procedimiento para forjar una opinión común.” No éramos buscadores de criterio sino dócil masa.

Me marché consciente de que habíamos cerrado en falso la solución a los problemas planteados, prueba de ello era nuestra actitud, la mía propia. Decía  George Orwell que “si la libertad significa algo, es el derecho a decirles a los demás lo que no quieren oír”. Aquel día no me atreví a decirles lo que no querían escuchar. Aquel día no actué como un hombre libre.

lunes, 11 de junio de 2012

Revoluciones de papel


Lo que hoy es norma, un día fue transgresor. Alguien se arriesgó a quedar como un estúpido o un impertinente y nos trajo un nuevo modo de hacer.

Las primeras obras filosóficas están escritas en verso. La poesía era el modo culto de escribir. Pero llegó un hombre fornido y culto llamado Platón y se puso a redactar en forma de diálogos; unos diálogos dotados de una frescura insólita que llevaron el griego a sus más altas cotas de perfección. Lo más alucinante es que veinticuatro siglos después los temas que trata y el modo de hacerlo gozan de absoluta actualidad.

A principios del siglo XVII un individuo nacido en el corazón de Francia publica una bomba intelectual: Discurso del método. En el libro emplea un lenguaje claro, asequible, partiendo de la exposición autobiográfica de sus inquietudes. Para colmo escribe en francés y no en latín, esta última, lengua académica del momento. Desde ese instante, al margen de la afinidad o discrepancia que se pueda tener con los postulados cartesianos, la Filosofía se va a hacer de otra forma. Sólo las naciones capaces introducir innovaciones en su lengua para adaptarla al pensamiento filosófico serán capaces de prosperar en este campo.

Muchas revoluciones se han iniciado ante una hoja de papel: Lutero y su traducción de la Biblia, Cervantes y su novela, Shakespeare y su teatro... Desde que acontecieron, la historia tomó nuevos rumbos. Quién sabe lo que está por venir.

jueves, 7 de junio de 2012

El profesor enclaustrado


Con absoluta despreocupación y sin saber muy bien a cuento de qué, el profesor nos dijo que si él estaba dando clases en la Universidad era porque en la empresa privada nunca hubiera encontrado un trabajo. No sé qué me causó más asombro si el contenido de su afirmación o la pueril sinceridad con que la manifestó.
No pretendo extrapolar esta anécdota a la condición de categoría. Está claro que en la Universidad pública hay profesores excelentes, malos y rematados. Pero también es cierto que la excelencia está lejos de ser norma; mientras la mediocridad no parece encontrarse nada incómoda.

Recientemente veía una entrevista a Gregorio Luri (para verla: PINCHAR AQUÍ) en la que el escritor y profesor universitario explicaba cómo una amiga finesa había decidido dejar la docencia al descubrir que no era su auténtica vocación. A raíz de este hecho, Luri le dijo: “pero siendo maestra, ¿te cogerán en la empresa privada?”; y ella, sin titubear, respondió: “¡es que soy maestra!” Para ella ser maestra suponía haber mostrado una valía incuestionable, contar con un bagaje tal que le permitía pasar a un puesto importante en la empresa privada sin ninguna dificultad.
Claro que eso es Finlandia, donde han decidido echar el mejor abono a sus retoños para que crezcan fuertes y fecundos. Aquí los brotes verdes académicos están muy lejos de llegar. El profesor sin vocación, sin aptitudes, sin ganas, sabe que no tiene nada que hacer fuera del invernadero; el exterior es demasiado frío para sus pobres tallos. Así que se queda para matar su tiempo y cometer ese mismo crimen con el tiempo de sus estudiantes. Y como nadie da lo que no tiene, al alumno se le niega todo estímulo, interés, entusiasmo, curiosidad, iniciativa. Se lo convierte en un mero escribiente al que sólo se le pide sacar un examen y despacharse las asignaturas lo antes posible. La consigna es esta: “no molestes y no serás molestado”. Si esa es la enseñanza superior, qué pensar del resto.

Por cierto, el profesor mencionado al principio de este escrito continúa impartiendo clases y creo que ha llegado a catedrático.

lunes, 4 de junio de 2012

Reflexiones de una tarde de domingo


El domingo por la tarde quedé con mi amigo Alberto para dar una vuelta por el Parque Grande. La temperatura era agradabilísima, de modo que había mucha animación. Nos topamos con multitud de actividades, pero entre todas la que me pareció más original fue una muestra de bailes griegos. Los danzantes eran de raigambre hispana e iban vestidos de paisano, pero se tomaban muy en serio su cometido. Desplegaron una gran variedad de danzas, a cada cual con más encanto, y aquello me hizo recapacitar sobre la cultura, sobre esa maravilla que es la creatividad humana y su desenvolvimiento a través de las tradiciones.

Últimamente nos llega una imagen de Grecia amputada, distorsionada. Fuera del circuito mediático durante muchos años, ahora la sacan a la palestra para mostrar sus deficiencias económicas y las fallas de su sistema, se exhiben sus vergüenzas, ignorando las múltiples facetas de su realidad que constituyen una de las variedades más interesantes de eso que llamamos Europa. Y claro, ante esa caricatura que nos plantan delante, la respuesta automática es hacer una enmienda a la totalidad: “Grecia no vale la pena”. ¡Qué ceguera!

Los bailes cesan, el sol se pone, y el público comienza a dispersarse. Tras despedirme de Alberto camino hacia mi casa consciente de que lo más interesante no sale en las noticias.