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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

jueves, 25 de septiembre de 2014

Claridad, por favor, claridad



No sé si la vida es buena o mala maestra, para gustos los colores, lo que sí puedo garantizar es que es exigente. Y si uno quiere conducirse por ella con un mínimo acierto va a precisar de toda la lucidez que esté a su alcance. Esto no son palabras biensonantes, sino una de esas lecciones que la propia vida me ha enseñado al precio de no pocas lágrimas; sé de lo que me hablo.

Y ahora hablemos de “la vida”. La vida tiene un soporte biológico (no digo que se reduzca a él, pero lo precisa), de hecho biología significa ciencia de la vida. ¿Y dónde nos dice la biología que hay vida? Pues en la rosa, en el pingüino, en aquella persona, además de en un buen puñado de seres más. Esa vida se desenvuelve en un proceso continuo que se origina en su concepción y concluye con la cesación de las funciones vitales. Lo dice la biología y no tiene mucha complicación entenderlo, aunque realmente resulta maravilloso. Para sostener esto no hace falta ser católico, apostólico y romano, ni pacifista ni antitaurino, basta con atender a criterios científicos elementales.

La biología también nos enseña que una pareja de una determinada especie tiene descendencia de esa misma especie. Las palomas no tienen jilgueros ni las ballenas lechones. Así, una pareja humana tiene personas, hombre o mujer, no tenemos otra experiencia inmediata de la realidad personal. Por ello dentro de un huevo de avestruz se está desarrollando un pollito de avestruz, y dentro del útero materno está creciendo un bebé perfectamente humano. No existe el estadio pre-humano. Para justificar algunas formas de aborto se habla de pre-embrión. No conozco ningún manual de zoología que hable de pre-embriones; ninguno, y mira que me gusta la naturaleza y he leído unos cuantos libros sobre ella. Igual algún militante pro-aborto se pone a la labor de escribir algún libro que hable de los pre-embriones de tigre, no lo sé, pero desde luego no hará ninguna aportación novedosa a la ciencia que reconoce la existencia de un nuevo individuo de la especie en el momento de la fecundación.

Por tanto quien defiende el aborto tiene que tener claro que aboga por acabar con la vida de un individuo (niño o niña) de la especie humana. Que encuentre justificación a esto es otra cosa, pero lo que supone un aborto es matar a un individuo humano. Dicho individuo es sustancialmente único e irrepetible. Quien justifica el aborto (libre, a plazos, por “supuestos”, tanto me da) tiene que saber esto. Y negarlo es negar el hecho científico, es pura superstición radicalmente contraria a la razón y a la ciencia.

El progreso, la ciencia, no está del lado de los abortistas que niegan vida humana en el feto, sino de parte de los pro-vida. Guste o no guste. La ciencia no es un menú para paladares caprichosos, sino un instrumento para la búsqueda de comprensión de la naturaleza de las cosas.

Por ello la actitud de los partidos políticos con representación parlamentaria en esta materia es abominable, y lo digo así, sin paliativos, con infinita tristeza porque en cierta medida son nuestro espejo como sociedad. La actitud del actual gobierno es de una hipocresía apabullante, mantienen un recurso de inconstitucionalidad sobre la ley actual a la par que se niegan a cambiarla.

Pero a los “sorprendidos” he de decirles que la ley de supuestos que proponía el programa del PP es igualmente miserable. ¿A qué niños se puede matar y a quiénes no? ¿Quién lo decide? ¿Por qué uno sí y el otro no? ¿Qué crimen ha cometido un bebé en el vientre materno para que sufra esa condena? Y si es merecedor de ella, ¿por qué queda indultado en el momento de nacer? ¿Dónde reside la cualidad exculpatoria de un parto?

No me olvido del patético discurso de quienes celebran el triunfo de “las mujeres” con las leyes permisivas con el aborto. Desde luego ese triunfo no será de las que van a ser abortadas. Al menos un cincuenta por ciento (en países como la India o China muchas más). ¿No a la violencia hacia la mujer? En el vientre materno parece que sí.

¿Es un triunfo que una madre pueda matar a su hijo? ¿No lo será más bien que tenga garantías de que va a poder sacar adelante a su retoño? ¿A esto llaman progreso? El progreso nos hace ser más, no envilecernos.

El engaño, la mentira proliferan por doquier. Estoy convencido de que muchas personas sucumben al aborto por miedo, por ignorancia, por silencios cómplices, por presiones de su entorno. Ha llegado la hora de romper ese velo de mentiras y decir la verdad públicamente: la vida humana merece respeto y ésta comienza su asombrosa andadura en el vientre de una mujer.

6 comentarios:

  1. Que buen artículo! Lleno de verdad! Y un razonamiento al q no se le puede poner un pero! Enhorabuena! Rafael.

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  2. Muy claro! La ciencia y la ética son contrarias al aborto. ´Son las ideologías las que se imponen y pretenden ganar la batalla.

    Gracias por este artículo!

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  3. También te felicito por este gran artículo, Rafael.

    Te mereces un abrazo.

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  4. Aneth, Elige, Amalia, muchas gracias a las tres.

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  5. Firmo palabra por palabra lo que has escrito..... con tu permiso, claro. Un abrazo

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