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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

sábado, 7 de febrero de 2015

La enfermedad infantil del izquierdismo... ya tiene cura



“La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo” es el peculiar título de un opúsculo escrito por Lenin en 1920. En él ofrecía las claves del éxito comunista en Rusia con la intención de exportarlas al resto del mundo.

¿Y cuál es el fundamento último de ese triunfo? ¿Las asambleas participativas en las que se apoyaba la revolución en su etapa germinal? ¿Algún tipo de prosperidad alcanzada por el socialismo? ¿El reparto equitativo de la riqueza? No. La respuesta es más sencilla y tan antigua como el mundo: “la disciplina más severa”. Por eso la vanguardia proletaria, es decir, el Partido, es decir, sus dirigentes, establecen una organización firmemente jerárquica y es ella la encargada de llevar a las masas hacia un proyecto político determinado, siempre mediante una “disciplina severísma”. Los dirigentes no son meros espectadores del cambio político, sino activos protagonistas, ¡la vanguardia!

Dicho en plata, para Lenin se debe superar la etapa infantil de purismo político con el fin de alcanzar la eficacia política basada en la obediencia. De este modo se lleva a cabo una limpieza en la que algunos de los partícipes en aquella revolución son apartados por no atenerse a las directrices marcadas.

Continúan los soviets (asambleas), pero existen otros soviets intermedios e incluso un Soviet Supremo.


"... los bolcheviques no se hubieran mantenido en el poder, no dos años y medio, sino ni siquiera dos meses y medio, sin la disciplina severísima, verdaderamente férrea, dentro de nuestro Partido, sin el apoyo más completo y abnegado prestado a éste por toda la masa de la clase trabajadora..."

Esta concepción de metamorfosis y concentración del poder no es exclusiva de los bolcheviques, ni mucho menos, aunque fueran éstos quienes más claramente la dibujaran.


 En fin, hace casi un siglo de aquellas tesis. ¿O no…?

1 comentario:

  1. Casi ha pasado un siglo, pero lo cierto es que los partidos políticos están fuertemente jerarquizados, el que se mueve no sale en la foto y el que no olvida los ideales de su partido tiene que irse porque estos son traicionados en aras de una mayor eficacia.

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