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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

domingo, 28 de febrero de 2016

La propuesta de Jo



Este fin de semana he vuelto a ver Mujercitas con mis mujercitas (la versión de 1949, por supuesto. Con estos temas bromas las justas). Aparte poner cara de póker hasta donde he sido capaz mientras el corazón se me bamboleaba como un flan y revolverme contra la autora por no permitir que Jo se acabe casando con Laurie, me ha llamado la atención un diálogo entre estos dos. Se da cuando Jo acude a casa de su vecino por vez primera. Él le confiesa que ese lugar es triste como una tumba.


- ¿Por eso se asoma a la ventana para mirarnos?

- Ya sé que es bastante incorrecto, pero parece que están siempre tan felices. Cuando miro al anochecer es como contemplar un cuadro verlas sentadas junto al fuego en compañía de su madre.

- ¿Dónde está su madre?

- Murió en Francia, poco después que mi padre.

- Perdone. Lo siento. Y le doy permiso para mirarnos siempre que quiera. ¡Pero por qué no va a vernos, así formaría parte del cuadro!


Esto último me ha gustado. Me parece una propuesta la mar de atinada.  No quedarse mirando, sino formar parte del cuadro.

lunes, 22 de febrero de 2016

Conservacionistas (de la amistad)



El sol comienza a pintar de ocre las crestas de las peñas. Y mientras trepamos ladera arriba Carlos avista un zorro: ¡Mirad, allí! Nos detenemos para contemplar cómo trota campo a través bamboleando su tupida cola.

Continuamos caminando hasta alcanzar la alcarria. Desde allí el paisaje es inapelablemente hermoso, con el río Huerva serpenteante en la parte baja y un rebaño de cabras montesas paciendo en la cornisa opuesta. De nuevo una sorpresa nos aguarda, dos hembras y un macho, este último con notable cornamenta, han quedado a nuestro lado y se aproximan despreocupados hacia nuestra posición. No cuentan con la presencia humana a tan tempranas horas. Apenas nos ven comienzan a danzar entre los riscos mientras los perseguimos con nuestros prismáticos.

La mañana nos deparara unos cuantos trofeos más, como el avistamiento de un poderoso búho real que acabará siendo hostigado por un halcón peregrino.

Me siento bien, muy bien, serenamente bien. En el monte, donde el silencio de los autos permite hablar a las currucas, los escribanos y las collalbas. Y este deleite, que es un don (donum, dádiva, presente, regalo), lo comparto con dos amigos de la niñez, como lo hiciéramos tantas otras veces a lo largo de los años.



Nuestras primeras salidas naturalistas las realizamos cuando teníamos, ¿diez años? Seguramente nuestros padres estarían en un ay. Entonces no había teléfonos móviles y permitir que unos mocosos se fueran de casa con sus mochilas a coger el autobús para algún pueblo y de allí echarse al monte o vagar junto a los pantanos acarreaba no pocas incertidumbres, pero las asumieron, y les estoy agradecido por ello.


Este domingo volví a salir con Carlos y Luis, y nos solazamos en el zorro, en las cabras, el búho, el halcón, los petirrojos, los espinos, las coscojas… en la vida, en la libertad y en la amistad.


sábado, 20 de febrero de 2016

La sangre de Descartes



En cierta ocasión Julián Marías preguntó a su amigo Pedro Laín Entralgo desde qué momento la medicina había ayudado más a curarse que a morir. El catedrático de historia de la medicina, tras pensar un momento, respondió que dicho salto se podía datar a finales del siglo XVIII y principios del XIX, con la implantación de la asepsia.

Hasta entonces cuando alguien tenía fiebre lo primero que se hacía era no darle de comer ni de beber y, además, sangrarlo; con semejante condena a la deshidratación el estropicio se hacía mayor y al paciente se le facilitaban los trámites para la tumba.

Estando Descartes en Estocolmo, en el año 1650, padeció una grave pulmonía (tan grave que acabaría con él), el caso es que el médico de la corte lo quiso sangrar, y el filósofo francés se negó con estas donosas palabras: “por favor, ahorre la sangre francesa”.




(En la foto, hace ya unos cuantos años, con los doctores Francisco Grande Covián y Pedro Laín Entralgo, excepcionales médicos y humanistas)

miércoles, 17 de febrero de 2016

Voluntad de irritar


Denunciaba Julián Marías el peligro de un mal político tan nocivo como estúpido, me refiero a la voluntad de irritar. Esa perniciosa voluntad enturbió gravemente a la segunda república española propiciando desafecciones innecesarias. 

La política sólo opera adecuadamente sobre el sustrato de la convivencia, y esta es imposible sin el respeto al otro. 

Nos rasgamos las vestiduras ante el acoso escolar que sufre un niño por el simple hecho de ser diferente, para asistir a continuación a un espectáculo en el que se zahiere a todo aquel que profese determinado credo religioso que no es de nuestro agrado, y llamamos a esto último “cultura”. 

Faltar grave y gratuitamente a las convicciones religiosas de mucha gente (aunque fuera de unos pocos, me daría igual) no es un ejercicio de libertad, sino su ultraje. La libertad dimana del reconocimiento de la dignidad de la persona, capaz de gobernarse y por ello de exigirse. Si se pierde este sustento lo que queda es la coacción, el abuso, el imperio del fuerte sobre el débil.

viernes, 12 de febrero de 2016

Me gustan las mujeres




Me gustan las mujeres, en su variedad asombrosa e ilusionante. Saber que la creación no estaba conclusa hasta que su huella se dibujó sobre la tierra y los ojos de aquel primer hombre se abrieron como nenúfares al descubrir a un semejante tan maravillosamente distinto.

Me gusta su belleza, su dulzura, su gracia, su garbo, su risa, sus maneras cuidadosas y un cierto pudor no exento de coquetería, y cuanto estos faltan me siento privado de ellos y el mundo se ensombrece.

Me gustan las mujeres que miran los detalles que a mí se me escapan, y atienden a todo sin ahogarse en nada, que no compiten, ni van por la vida de damnificadas, que están dispuestas a dejarse asombrar y a ser amadas sin entregar su corazón al primero que pasa, eso sí, dándolo sin reservas cuando se han dejado conquistar.

Me gustan las mujeres que no son superficiales, ni cursis, ni arrogantes, que saben escuchar y aconsejan sin imponer; que cuidan de la gente y del mundo; que te hacen ser más, y mejor, y especial, y único.

Me gustan las mujeres que no quieren ser otra cosa, pero lo quieren plenamente, porque son conscientes del valor inigualable que poseen aunque a veces necesiten que se les recuerde.

Me gusta cruzar una mirada, tal vez una sonrisa caminando por la calle, para darme cuenta de que lo cotidiano no sale en los telediarios pero es infinitamente más interesante y esperanzador.

Me gustan las mujeres y doy gracias al cielo porque nos hiciera tan diferentes para no dejarnos tan incompletos.



sábado, 6 de febrero de 2016

"El Renacido", o el espíritu de Jack London hecho imagen



Ayer tuve la oportunidad de ver "El renacido" (Revenant). Película dura, que muestra una naturaleza hermosa y salvaje sólo superada en su implacabilidad por la ambición de los hombres. Sin embargo, bajo esa capa de nieve y rudeza laten con fuerza la lucha por la vida y los vínculos más íntimos del amor.

La acción se sitúa en un gélido e indómito territorio de Norteamérica al que están llegando los primeros tramperos blancos. Todavía es tierra de indios y la naturaleza dicta las normas. Hugh Glass (Leonado DiCaprio) será el guía de aquellos hombres hasta que la fortuna ponga en jaque la expedición, a partir de ahí se desarrolla toda una odisea de supervivencia y venganza que es el hilo conductor de la película.

Viéndola, inevitablemente venían a mi cabeza los relatos de Jack London con los que tantas veces me he deleitado; el Gran Norte, las tierras vírgenes, el hombre al límite.

No deja de sorprender lo rápidamente que hemos domesticado la naturaleza particularmente en los dos últimos siglos hasta convertirla en un parque temático acotado y sometido a videocontrol.

Volviendo a la película, además de la belleza paisajística que exhibe, sobresale por dos cosas, una la prodigiosa interpretación de Leonardo DiCaprio en un papel que lo sitúa continuamente en situaciones extremas, la otra los planos secuencia tan impresionantes, en los que tiene que vérselas con coyunturas tan dinámicas como ataques de indios, de osos, o persecuciones.

En definitiva, se trata una película con una realización magistral, eso sí, no apta para todas las sensibilidades.

viernes, 5 de febrero de 2016

Las perlas sin corona

Hablando del nacionalismo, decía don Julián Marías con ironía que parecía mentira que diecisiete maravillas juntas dieran como resultado una porquería.
Desde luego pocos pueblos degradan con tanto entusiasmo a su país. Spain is different (or is not?)