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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

jueves, 28 de septiembre de 2017

Un libro sobre educación y una sugerencia para su autor, Gregorio Luri



Si Nietzsche levantó acta de defunción de Dios (a todas luces precipitadamente), Gregorio Luri notifica en sus escritos (cuerdamente) la muerte del buen salvaje.

El buen salvaje es un mito moderno (la modernidad tiene sus mitos tan activos y poderosos como los vikingos o los dóricos) y este del buen salvaje roussoniano es de los que ha gozado (y sigue gozando) de mayor aceptación.

El caso es que en su último libro Luri contrapone dos tipos de familias, aunque de vez en cuando deja asomar fugazmente una tercera clase: las familias normales, es decir, aquellas en las que sobre la base del amor sus miembros soportan mal que bien sus imperfecciones y sacan las cosas adelante como buenamente saben, y las familias perfectas, que son las que -hablando de defunciones- han olvidado que don Perfecto se murió, y ahí están, dale que te pego, buscando no errar, como Descartes, pero sin acabar de encontrar la glándula pineal que una sus primorosos ideales con el mundo tangible en que pasamos nuestra existencia.

He dicho que en contadas ocasiones menciona de pasada un tercer tipo de familia, y me refiero a la que es incapaz de establecer un sustento de amor, pero apenas se deja ver, pues no se dirige a ellas este su Elogio de las familias sensatamente imperfectas.

Un libro en el que sale a colación "el gran Bruce Lee" y en el que se cita a Unamuno, tenía su puntito para despertar mi simpatía. Un libro en el que vierte su experiencia y sensatez Gregorio Luri, me tiene definitivamente ganado.

Lo he leído en una tarde, de una atacada. Ya me lo han pedido mi señora madre y mi señora hermana. Seremos generosos; que no se diga. Me han salido varias páginas pegadas pero dos en concreto han quedado dañadas al separarlas: Ariel, más cuidado. Buena cubierta, excelentes ilustraciones, letra bien legible, hojas recias, a ver si al final se nos va a ir la mano con la cola.

Y antes de acabar, una sugerencia para el autor. Ha publicado ya unos cuantos libros sobre educación en los que, de vez en cuando, se ilustra la exposición con breves ejemplos de maestros, padres, educadores varios, que hicieron esto o lo otro. ¿Por qué no un libro centrado exclusivamente en ellos? Es decir, invertir la fórmula. Por qué no presentar historias, modelos reales que nos pongan a la vista lo que otros hicieron. Aunque pueden parecer pasadas de moda, las vidas de santos resultaban más edificantes que los más sesudos tratados de teología. ¿No se dice en el libro que resulta más instructiva la emulación, el contagio, la ósmosis, que cualquier argumento moralizante? Pues al lío.

Ahí dejo el guante.

Conclusión para lectores: un libro accesible y edificante para personas normales y extraordinarias, como tú y como yo, que quieren educar bien a sus hijos pero son de este mundo.

7 comentarios:

  1. Aunque no tengo hijos, tomó nota de este título pues me parece muy interesante.

    Un buen tema.

    Un fuerte abrazo.

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  2. Dicho lo importante, vamos a lo segundo: uno escritor vale lo que valen sus lectores. Acabas de aumentar mi cotización.

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    Respuestas
    1. Un escritor interesante suscita interés, y en este caso entusiasmo, pues se trata de una virtud efusiva que transmite cada línea del libro. Así que encantado (y correspondido).

      Un abrazo grande

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    2. Este Gregorio parece un hombre sensato, habrá que leerlo. ¿Me pones a la cola? :P

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    3. Tomo nota. Ya van dos ensaimadas. Así no hay quien pierda.

      ;D

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